Henry Renna Gallano
Politólogo. Fundador del Colegio Paulo Freire de San Miguel
Movimiento de Pobladores en Lucha (MPL)
A la fecha, la mayoría de los movimientos sociales y la sociedad, en
general, han adherido a la demanda por el “derecho” a la educación, proponiendo
su estatización. Simultáneamente, algunos sectores, ante la falta de respuesta
de los malos gobiernos, levantan propuestas educativas concretas,
alternativas que no son estatales, ni mercantiles, sino sociales, que persiguen
abrir espacio a un modelo educativo contra-hegemónico que pone en el centro
estructuras de redistribución solidarias, formas de organización asamblearias,
proyectos educativos liberadores y bajo control directo de las comunidades.
¿Qué hay más allá del derecho a la
educación?
La
construcción y el ejercicio de autogestión educativa hacen parte de proyectos
emancipatorios emanados desde los movimientos sociales ante la crisis del
Estado en América latina. Las críticas masivas hacia el sistema educativo
actual es sintomático de éste cambio de ciclo en que las estructuras
determinantes de la desigualdad -que históricamente han limitado las fuerzas instituyentes
en su lucha contra lo constituido- se ponen en tela de juicio. Los mismos
principios de organización de la sociedad son cuestionados.
La reforma
educacional de la Nueva Mayoría va a contrapelo de este cambio de época, no es
un giro estratégico en esa dirección, no es una ruptura con el sentido detrás
del modelo inaugurado en dictadura. Solamente responde a una reorganización
táctica del poder con miras a su mantenimiento mediante la
inauguración de una novísima fase de dominación capitalista. En esta ya se
conoce lo que será uno de sus principales componentes: el monopolio educativo
en la sociedad chilena de los próximos años no será de la Iglesia o el Mercado
docente, sino será el retorno del Estado docente.
La
estatización del sistema escolar simplemente contendrá la regresiva desposesión
capitalista, mas no permitirá una progresividad en su superación, ir más allá
de él. Peor aún, uno de los triunfos de la reforma será consensuar un nuevo
pacto que definirá los límites de lo posible para el quehacer educativo, una
síntesis social que monopolizará la conducción del sistema en la estatalidad y
silenciará el rol de la sociedad organizada y su capacidad para autoemanciparse
y educarse por sus propias manos.
El derecho a
la educación podrá ser conquistado, con el riesgo de callar tras de sí una
necesidad ineludible para ese nuevo mundo que aún no puede nacer: pensar desde
los cimientos la organización futura de la sociedad donde la Escuela constituye
su prefiguración, su desarrollo en el presente representaría esa sociedad por
la que se lucha. Por ello, independiente del protocolo final de la reforma lo
prioritario para las organizaciones y movimientos será fortalecer donde
haya y sembrar donde no, los gérmenes de un nuevo modelo educativo, liberador,
solidario y autogestionario.
Control directo sobre la organización
de la escuela.
La misma
existencia de estos embriones del mañana en distintos rincones y lugares del
país, son un cuestionamiento presente a la política jerarquizada del sistema
educativo chileno, al ir a contracorriente de sus fundamentos: la toma de
control de la gestión administrativa y pedagógica de la educación por la
sociedad organizada.
Las
experiencias y casos que hacen parte de la autogestión educativa son espacios
no estatales, ni mercantiles, sino sociales. El campo de aquellas actividades
que desarrolla la gente de modo autogestionado para dar respuesta a sus
necesidades más urgentes y negadas por las clases dominantes. Una serie de
acciones educativas cuyos resultados son indivisibles de sus
originadores-productores; la totalidad, idealmente, de los ámbitos de la
organización de la escuela son controlados directamente por quienes le dan
vida.
La lucha por
el control de la educación considera, según Bruno Baronnet (2012), “una
apropiación social del espacio y del tiempo escolar, así como del papel
político y cultural del docente”; pero más importante, lo que está en juego
“parece ser el poder de creación, ejecución y evaluación, no solamente de los
planes y programas, sino de la gestión de la organización escolar en su
conjunto”. Es un proceso en que los sectores populares recuperan la confianza
en sus propias fuerzas e imponen soluciones concretas desde abajo, donde el
“poder-hacer” en sus territorios se superpone al “poder-sobre” que los de
arriba tienen en nuestras vidas. Sería, según una fanzine de hace algunos años,
una transición similar al del movimiento obrero, del paro y la toma, a la
autogestión educativa (Crónica Negra, 2011).
Es
precisamente esta potencialidad lo que está silenciando y callando la reforma:
la capacidad del pueblo de educarse mancomunadamente en independencia de las
clases dominantes, sea el mercado, la iglesia o el Estado.
Educación autogestionaria.
Esta otra
educación corresponde a los distintos centros educativos, de infantes, primaria
y secundaria, educación permanente y flexible para jóvenes y adultos, de
especialización universitaria, bibliotecas, radios, editoriales y centros
educativos culturales, que han debido mantenerse en los márgenes de la gestión
estatal o se han incorporado en ella bajo figuras institucionales. En general
la educación autogestionaria es emprendida por movimientos y comunidades,
populares y solidarias, tales como cooperativas, organizaciones territoriales y
funcionales, u otras, que sin fines de lucro, desarrollan acciones educativas
concretas para complementar y/o sustituir, el sistema escolar actual.
Los casos son
múltiples y diversos. A nivel de infancia están los jardines populares con
experiencias como el Jardín Epuwen (dignidad) en la comuna de Peñalolén o Mi
Pequeño Mundo Organizado en La Pintana, ambos gratuitos y reciben niños entre 2
y 5 años, recuperando de la JUNJI alimentación y recursos para el mejoramiento
del espacio como para las educadoras que son de la misma comunidad. A nivel de
educación de jóvenes y adultos existen muchos casos, dentro de ellos está la
experiencia de la Escuela Pública-Comunitaria en la comuna de Santiago que
desarrolla en formato de exámenes libres nivelación de estudios y la Escuela
Paulo Freire en la comuna de San Miguel creado por el MPL que logró el
reconocimiento oficial del Estado y hoy recibe a más de 150 jóvenes. Ambos son
completamente gratuitos y cuentan con formas democráticas y asamblearias de
organización y control social. A nivel de formación superior está el Diplomado
Latinoamericano en Movimientos Sociales que a través de un sistema de gratuidad
diferenciada ha logrado formar a más de 250 dirigentes, educadores e
investigadores. Además existen una infinidad de espacios culturales
autogestionarios que emprenden prácticas educativas extra-curriculares con
profundos impactos en la formación continua de las comunidades. Casos como La
Juanita en Conchalí, la Cerro en Toma en Renca, El Jardín en Cerro Navia, El Arca
en La Pintana, Pedro Mariqueo en Pedro Aguirre Cerda, Centro de Operaciones
Poblaciones Los Areneros en San Bernardo, Centro Ernesto Guevara en Peñalolén.
Todas ellas, y muchas otras que existen, son modalidades solidarias de
producción socio-educativa orientadas a la emancipación cultural de los
sectores más empobrecidos y vulnerados por este sistema.
Una posibilidad de otra educación.
De las
diversas experiencias que corren por todo Chile es posible identificar cuatro
grandes elementos que explican su carácter autogestionario y hacen de
principios de diferenciación con otros ámbitos de construcción educativa:
a) Una estructura solidaria en su organización
económica. No existe lucro, ni utilidades directas o pago a personal
ajeno a la tarea propia del centro educativo. En caso de existir, éstas son
redistribuidas entre las y los trabajadores, inversiones en el centro mismo,
o socializadas en la comunidad en general.
b) Los actores educativos son soberanos,
controlando directamente el desarrollo del proyecto educacional creado
y cuya voz radica en los órganos de poder asamblearios que se han dado a sí
mismos. Es una educación con control directo en todos sus niveles de gestión y
organización, ya sea hacia dentro (trabajadores, educadores, apoderados y
estudiantes) y/o hacia afuera (colaboradores, organizaciones y vecindad del
territorio).
c) Compromiso con la transformación de la
realidad. No son experiencias educativas aisladas de sus espacios de
trabajo, son sujetos de cambio social, y su comunidad educativa actores de
dicha transformación.
d) Apunta a la emancipación
del género humano mediante la generación de una conciencia
crítica de la realidad y el incentivo de su compromiso por transformarla. Es
una educación que corre a contrapelo del currículo formal como de las
metodologías tradicionales de aprendizaje.
En relación a este último punto la educación
autogestionaria no se reduce a una forma de organización distinta de la
escuela, sino también es la construcción de un proyecto pedagógico alternativo
al dominante. Un proyecto en permanente búsqueda, pero que es posible
identificar también algunos elementos transversales en su práctica:
a) Encuentro de saberes. Buscan una producción de saberes dirigidos a la transformación
social, conocimiento rebelde que hace uso de las herramientas de la ciencia
pero que también reconoce la experiencia de vida de la gente como fuente de
aprendizaje.
b) Pedagogía
territorializada. Gran parte de las
experiencias de autogestión educativa son expresión de necesidades locales, se
hacen parte de ella y desde ahí construyen su devenir. Por eso generalmente en
su interior se observa una fuerte territorialización de las prácticas
pedagógicas, expresada en su arraigo y apropiación espacial de los contenidos y
una fuerte identidad barrial del currículo.
c) Política del afecto. Los centros
educativos autogestionarios tienen como uno de sus ejes el quiebre de las
matrices disciplinarias, autoritarias y jerarquizadoras de la relación
profesor-alumno y su sustitución con mediaciones y compañerismos horizontales
que difuminan las barreras que les dividen. Desarrolla su labor desde el amor,
al pueblo, al cambio, a la educación misma. Por eso persigue la generación de
vínculos comunitarios como forma para re-tejer las futuras relaciones humanas.
d) Conciencia crítica de la realidad.
Existe en ellos un cuestionamiento abierto y directo al sentido común
naturalizado, a las desigualdades dadas como naturales, al pensamiento único y
hacia nuestras propias vidas. Se lucha en cada uno de esos espacios contra la
raíz del problema, el hombre mismo, por eso persiguen un acción educativa que
genere una conciencia crítica sobre la realidad, que identifique su situación
en el mundo, los determinantes que producen tal condición y piense las fórmulas
para superarlo.
Vamos caminando
Estas
experiencias hoy se podrían perfilar como una alternativa real de educación
para los sectores populares. Hacerlas parte del sistema de educación nacional,
del conjunto de acciones educativas reguladas y garantizadas por el Estado que
hacen posible el derecho a la educación. Se debería tensionar un proceso de
reducción permanente -hasta su eliminación- de los espacios mercantiles de
gestión educativa mediante el fortalecimiento de la educación pública a través
de dos modalidades: (1) la estatización de los establecimientos municipales y
su administración desde el gobierno central vía Mineduc, pero también la (2) la
socialización de los establecimientos municipales y su administración delegada
en comunidades educativas autogestionarias.
En ella, como
hemos dicho, las prácticas, sus tiempos y sentidos, no son las que
establece el Estado, la Iglesia o el Mercado sino las que se da el propio
pueblo, desde abajo libremente. Es un proceso de transformación
cultural de la sociedad que no pasa por las clases dominantes, sino por la
comunidad (la clase trabajadora organizada en sus territorios), por su
rol como sujeto histórico de la transformación radical de la vida y de la
organización socialista y libertaria del mundo.
A ese sur, sin
prisa pero sin pausa, vamos caminando.
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