martes, 27 de noviembre de 2012

Violencia escolar y violencia social


 
Eduardo de la Vega

Conferencia dictada en el 4º Congreso Nacional de Educación: “Los mundos posibles de la escuela”, realizados en Firmat, Argentina, 9 de junio de 2012. 
El autor es Doctor en Psicología (U. Nacional de Rosario) y docente en el doctorado de la Facultad de Psicología de dicha Universidad. Es también profesor en la Maestría en Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos y en la Maestrías en Educación para la Diversidad y Educación y Docencia en la Universidad de Manizales, Colombia.


I

Voy a proponerles pensar el tema de la violencia en la escuela a partir de ciertos características del mundo en que vivimos y de la cultura que le es propia. Es decir, pensar la violencia escolar, o la violencia en la escuela en paralelo con la violencia social.

No obstante debo hacer una aclaración. Es un error pensar que lo social es algo exterior a la escuela, algo que contamina a la escuela desde una exterioridad. La escuela ya es lo social. Lo social es una abstracción, una generalización compuesta de una multiplicidad de particularidades, de la cual la escuela es una de ellas.

Lo primero que quiero decirles es que la violencia en la escuela es un fenómeno reciente, no existió violencia escolar prácticamente desde la fundación de la escuela pública hasta hace sólo algunas décadas. Una investigación reciente, que recorre la revista Anales de la Educación Común creada por Sarmiento, revela la inexistencia del término violencia en los artículos publicados sobre temas de indisciplina, delincuencia y anormalidad, durante más de 50 años (entre 1914 y 1959)[1].

La violencia en la escuela tiene una fecha precisa de aparición. Nace junto al terror, se desprendió claramente de él; es decir, la violencia en la escuela apareció luego de las dictaduras que arrasaron a casi toda Latinoamérica durante la década del 70. Su aparición corrió paralela con el avance lento pero inexorable de la producción global de desechos humanos, cuando proliferaron junto a la violencia de los sujetos, los grupos huérfanos, las comunidades inhóspitas, la masa amorfa.

Violencia institucionalizada —violencia escolar, violencia en el fútbol, violencia en las tribus urbanas— que debemos distinguir de las formas anteriores de la violencia, las cuales estaban encuadradas siempre, o casi siempre, en marcos ideológicos. Se trataba del mundo moderno, mundo ideológico, donde los conflictos eran expresados en términos de ideas, de sistemas de ideas (grandes relatos) y resueltos en enfrentamientos políticos, conflictos que tenían diversas maneras de resolución (estrictamente políticas o las distintas formas de violencia que, como la guerra, según el célebre aforismo de Clausewitz, era la continuación de la política por otros medios (era, digo, porque ya no lo es, según muchos autores posmodernos las actuales guerras de exterminio, terroristas, guerrillas ya no devienen del enfrentamiento político sino de otra cosa…).

Violencia que cuando deja de ser ideológica o política se institucionaliza y la vamos a encontrar en la escuela, en el fútbol, en la calle.

II.

Vamos a intentar pensar ahora estas nuevas formas de violencia y para ello comenzaré leyendo un registro etnográfico, que corresponde a la observación de una clase, realizado por Carina Ratero:

Se trata de una escuela secundaria como tantas otras, de un día cualquiera, de un clima reconocible y recurrente. El estilo del texto —poético, emotivo, apasionado— contrasta con los afectos que dominan el relato:

Al ingresar allí, ese jueves de  mayo de 2010, sus ojos espían todavía con extrañeza, aquello que el tiempo continuo de los días, quizás termine por familiarizar.

En el hall de entrada observa la actividad febril de un hormiguero. Cuerpos que se arremolinan en la frenética música de un mp3. Jóvenes vivaces se divierten entre abrazos y empujones. 

En medio de la muchedumbre y de las risas, algo sabe a ganado humano.

Un bullicio punzante ensordece el aire. La gritería no presta atención al  tiempo que conlleva la sucesiva alternancia de clases y recreos. El timbre suena por segunda vez, completamente ignorado

Una veintena de alumnos divididos en dos grupos,  alienta en el pasillo a otros cuatro que pelean a golpes de puños. No se ve ningún adulto. Entre el amasijo y los gritos, la violencia va cobrando fuerza gradual. Por un momento parecen bestias desconocidas.

La clase de Filosofía comienza, sin que esto acalle las risas ni el parloteo de voces chillonas. Es en una división de quinto año. “El 5to A” orientación Ciencias Naturales. El profesor intenta desarrollar las concepciones de Hombre. Son pocos alumnos, apenas once. Nadie parece prestarle atención.


Ella, observándolo, por unos segundos se pierde en sus propios pensamientos. El hombre le parece atractivo, fantasea, quizás si lo viera en otro sitio… Sin embargo, allí, en medio del desorden de la clase, y a pesar de sus afanes explicativos, no existe ningún derroche. Nada que encendiera.

Después de haberse vaciado de esas preguntas inútiles, ella vuelve allí en una mezcla de curiosidad y desazón. Es entonces que recorre con extrañeza los rostros de los estudiantes, observando en algunos casos ausencia y en otros, una marcada indiferencia. Alguien bostezaba hundido en el banco de atrás. Advierte como algunos parecieran escuchar, pero lo hacen de modo intermitente.

(…)

Miró el reloj. Los minutos que restaban para el timbre le parecieron una eternidad.

Una vida se hace de meses, días, horas, minutos, segundos...  Pensó en las horas de vida que ese profesor y cada uno de esos chicos pasan en la escuela secundaria. En los minutos eternos, que ella  llevaba  allí.

En algunos sitios el tiempo pasa con rapidez, sin embargo, en otros…  Aquí parecía sometido a una lentitud adormecedora. El tiempo pareciera no pasar –anotó. ¿Pasa algo más?

(…)

¿Qué es lo que hace que este tipo, o que alguien, siga dando clases a pesar de todo?

(…)

El profesor da tiempo para leer y responder a la consigna. Los alumnos hacen actividades varias: leen y contestan mensajes de texto, conversan entre ellos, se pasan papelitos, se tiran cosas.

Todo parece indiferenciado en el activismo desmesurado de un puro presente. Apenas dos, tres, discuten  la tarea.

Un grupo hace avioncitos de papel y se los tira a los compañeros. En el fondo toman un avioncito y le prenden fuego.

—Vení que te tomo a vos— dice el profesor a uno de los estudiantes de las primeras filas.

Mientras espera que los chicos lean y todo esto sucede, el profesor toma lección oral sobre postmodernidad a un alumno que se adelanta con gesto impasible, luciendo con la visera hacia atrás, un gorro negro con inscripciones coloradas.


Ella percibe allí, que tal vez, tomar lección a un alumno pueda ahorrarle a un docente de humillaciones complementarias.

(…)

No percibe ningún interrogante vital circulando en la clase. Se pregunta si el profesor esta atento a esto. Si alguna inquietud intelectual se abriera paso entre ese profesor y los chicos.

Unos minutos después el Profesor retoma:

— A ver… ¿Qué concepción de Hombre puedes dar de la lectura?—.

Magdalena lee lo que escribió: —Descartes pone en duda los conocimientos tradicionales  y todo es puesto en duda, el hombre se guía por la razón y dice “pienso luego existo”—.

—A ver qué bolazo le meto ahora a este… —  dice Mateo, mirando a sus compañeros.

Apoyado sobre el respaldo del asiento de adelante, los hombros caídos hacia un costado  Mateo dice: —En la postmodernidad, profe, el Hombre entra en crisis y lo que entra en crisis es el sujeto racional y hay incertidumbre—. Magdalena le sopla, él repite: —Nahuel tira sus cosas por el aire.

 Otros juegan con las bufandas y se luchan en el aula.

—A ver huevón si te me animás…—.  

—Callate boludón…—.

Van y vienen las palabrotas y las piñas. Dos desaparecen entrelazados en las bufandas debajo de los bancos.

—¡¡Chicos el vocabulario!!—  reclama el docente.

 El Profesor continúa explicando, como si asignara a sus palabras un carácter infalible,

Caos, indiferencia, confusión, falta de sentido, de acontecimientos (allí no acontece nada), instantes eternos (presente adormecido, intoxicado). Los enfrentamientos físicos sobresalen sobre ese fondo de humillaciones, hastío e insignificancia. Algo vital desaparece allí, mientras la pregunta por el sentido conmueve al corazón de la escuela.


III.

¿Ahora bien, cual es la realidad de lo que ocurre en el aula, o de tantas otras realidades, más allá de la escuela, que hace tiempo han perdido su sentido, su historia, su brillo?

¿Como llegamos a esto? Esto no pasaba 30 o 40 años atrás, la escuela era un recinto sagrado, un templo que se diferenciaba claramente de su exterior, la vida ordinaria, cotidiana. ¿Cómo pasamos de una sociedad con ideas, con relatos ilusionantes a una sociedad sin ideas ni ilusión vital?

Porque debemos saber que actualmente habitamos en sociedades posideológicas, en las cuales ya no hay ideologías, pues, hemos deseologizado todo y reemplazado los antiguos relatos por conocimientos positivos, deconstructivos, analíticos, etc.


Un mundo que tiene una compulsión por conocer todo, comunicar todo, mostrar todo; nada, absolutamente nada debe quedar desconocido, incomunicado u oculto. La ciencia y la filosofía, los dispositivos cibernéticos y las pantallas se encargan de que todo eso se cumpla. No hay sucesos que no sean racionalizados, deconstruidos, comunicados, mostrados por los diversos tipos de pantallas o dispositivos, cada vez más sofisticados y complejos. En virtud de esta obsesión por conocer, comunicar, mostrar el mundo se ha vuelto transparente.

Paralelamente, hemos experimentado una orgía de liberación en todos los ámbitos: el de la razón donde se sustituyó lo falso por lo verdadero, en el arte donde asistimos a la expulsión de lo feo por lo bello, en relación al deseo el sexo se liberó de su prohibición, también hemos liberado al niño del adulto, a las mujeres del patriarcado, al discapacitado de las instituciones de normalización, de corrección, etc.

Luego de la liberación, y en la transparencia de un mundo que ha construido su doble simbólico, todas las categorías comienzan a desdibujarse, a confundirse, a contaminarse: lo masculino y lo femenino ya no se distinguen fácilmente; el niño y el adulto nivelaron sus diferencias; el profesor y el alumno (ya no se sabe quien enseña a quien),….. Pasa también con la política que la encontramos en todas partes (ej.), con el arte, el cual ya no es un reducto exclusivo, todo es arte…

Habitamos un mundo en el cual se acabaron las polarizaciones ideológicas. Se trata de un mundo atonal, como señala Alan Badieu, sin tonos, en el cual ya no nos orientamos. Hay un agujero, un vació en el centro mismo del mundo simbólico. Han desparecido las antiguas oposiciones y demarcaciones fuertes que nos orientaban y posicionaban en tierra firme. Se terminó el mundo dialéctico, de adhesiones y rechazos, de filiaciones, pasiones e identidades sólidas.

Tras esas liberaciones consumadas todos los objetos, ahora devenido signos, son estatizados y vendidos en un mercado globalizado  y gobernado por las pantallas y los ordenadores. Allí todos los objetos y significados coexisten en una confusión generalizada que genera indiferencia, desaliento,  desorientación y miedo.

Existe una violencia sistémica en el centro mismo de nuestro universo simbólico.

IV.

Avancemos ahora en dirección a los vínculos que se generalizan en estos nuevos contextos.

En las sociedades ideológicas el control de la población se hacía fundamentalmente por medio de los aparatos ideológicos o de disciplinamientos y la represión que tenían como contrapartida la rebelión y el enfrentamiento simbólico o real, que se desplegaban por entero en el ámbito de las ideologías.

En las sociedades posideológicas, también pospolíticas, donde han caído los grandes relatos, el control, en cambio, se realiza por medio de la producción del miedo, que desalienta, chantajea, disuade cualquier conflicto, lo obliga a retraerse y lo congela.

El miedo hoy está en todas partes: en primer lugar, como vimos, en el sistema de signos que no nos orientan ya, en esa encrucijada que nos hace recordar al semidios Pan, de los griegos (de donde proviene la palabra pánico) que se les aparecía a los viajeros en los cruces de camino; pero también en los ataques terroristas, en los bombardeos quirúrgicos a las poblaciones civiles de la guerra posmoderna, en la ciudad (Virilo), en el crimen organizado, en los desastres naturales, en los accidentes, en la TV, en la vida cotidiana, etc.


El miedo es hoy el principio que gobierna las relaciones sociales. En sus formas extremas, el miedo se transforma en pánico y terror. No es casual que una de las manifestaciones más generalizadas del sufrimiento subjetivo sea hoy el panic attack.

También lo vemos en la escuela, cada vez con mayor frecuencia, en su forma simbólica aparece en nuestra clase y en su irrupción real, terrorífica los encontramos en las tragedias de Columbine o Carmen de Patagones, chicos, adolescentes disparando a quemarropa y asesinando a sus propios compañeros.

Cual es el objetivo del terror, del miedo: impedir que los conflictos se manifiesten, disuadirlos antes que vean la luz, desalentar sus expresiones y manifestaciones. Es decir, habitamos un mundo diferente, indolente, un mundo en el cual tenemos miedo y en el cual los conflictos no pueden formularse, son disuadidos, desalentados antes de que puedan manifestarse.

El esquema fundamental ya no es, como lo fue en las sociedades ideológicas, es decir modernas,  el del amo y el esclavo (en cualquiera de sus variantes —el capitalista y el proletario, el profesor y el alumno, el adulto y el niño, el hombre y la mujer, etc.—) sino el del terrorista y el rehén. Producir el miedo, el pánico, el terror está en la base de nuestras relaciones cotidianas y configura una dialéctica reversible: somos, a la vez, el terrorista y el rehén. La violencia y el miedo son producidos por la estructura misma del sistema que habitamos, todos lo retransmitimos, todos somos terroristas y rehenes en forma reversible y alternativa.

Allí hay una violencia (que es la otra cara del miedo) que está en el centro mismo de nuestras vidas, la violencia de un mundo que ha perdido su encanto, el secreto, la seducción, su ilusión vital. Un mundo en el que ya no es posible inventar nada porque ya todo ha sido inventado, sólo es posible allí la copia, el simulacro, la parodia vacía.

El terror hace visible esa violencia sistémica que se generaliza. Constituyen la forma visible y catastrófica de esa violencia.

Responde también de otra lógica: de inversión de roles. De espectador pasivo a actor abismado. Lógica que está inscrita en el corazón de las pantallas y en la socialización participativa que se nos ofrece aquí y allá como solución ante los problemas.

Violencia que ya no es explosiva y liberadora sino implosiva y devoradora. Violencia de un organismo que se devora a si mismo: alumnos acosando a sus profesores; hinchas amenazando a sus ídolos o a sus rivales; estudiantes agrediendo a sus compañeros o a sus profesores; jóvenes atacando a sus vecinos, etc.

Antes, la violencia, en sus distintas formas, simbólica o real, era dirigida al otro (al indígena, al negro, al pobre) hoy, que nos hemos quedado sin otro, sin alteridad radical, la violencia va contra nosotros mismos.

La constelación del rehén y el terrorista de la cual he hablado aparece también en nuestra clase; uno tiene la impresión que unas veces el profesor es rehén de los alumnos y otras los alumnos lo son del profesor. La parodia terrorista fue evidente en ese episodio que vimos hace algún tiempo por TV, donde unos alumnos prendían fuego en la cabellera de la profesora mientras la filmaban.

Carmen de Patagones o Columbine muestran tal cristalización en estado puro, el terror en estado puro. Uds. recuerdan lo que aconteció aquella mañana fatídica del año 2004 en Carmen de Patagones, cuando Juniors, un chico de 15 años, entró a su escuela portando una pistola Browning 9 milímetros y disparó, sin pausa, sobre sus compañeros, asesinando a tres de ellos e hiriendo a otros tantos.

 Estos episodios revelan, creo yo, otra de las características centrales de esta violencia, que tiene que ver con cierta lógica social que se está generalizando en distintos ámbitos (instituciones, medios, etc.). Uds. saben que la escuela de Junior estaba asesorada y orientada por los equipos escolares (Buenos Aires posee el mayor aparato psicoeducativo del país), por lo cual era de esperar que las rarezas del chico no pasaran desapercibidas. Evaluado por el Equipo de Orientación, Junior fue derivado rápidamente a psicoterapia.

Más allá de la intervención local, resulta reveladora la estrategia que había sido utilizada por la escuela bonaerense, quien exhibió, en el contexto de un programa del Ministerio de Educación, el documental de Michael Moore, “Bowling for Columbine”. Es un dato conocido, que eligió la masacre en el colegio norteamericano como tema de una monografía encargada por el profesor de Derechos Humanos. Una extraña conjunción se produjo en aquel escenario tensionado aun, sin dudas,  por la fractura y el drama social.

Esto nos obliga a reflexionar sobre las propuestas participativas que están siendo muy utilizadas por la política, no solo la política educativa sino la política, en general, y creo que es el caballito de batalla que más utilizamos para intervenir actualmente en el ámbito de las instituciones, la escuela entre ellas. Existe actualmente una discusión en relación a ciertos aspectos de estas estrategias de intervención  que es necesario creo retomar.

Desde fines de los sesenta, de la mano del psicoanálisis lacaniano y de la psicosociología (que brilló luego del mayo francés) se insistió en la necesidad de tomar la palabra, tanto al nivel del sujeto como al nivel de las instituciones. El surgimiento de una palabra verdadera, extraída del inconsciente individual o del inconsciente político, guiaba las intervenciones y sus estrategias. Más adelante, desde la filosofía surgieron nuevas justificaciones. Habermas habló de la acción comunicativa y de la importancia de crear espacios de comunicación libres de dominación para avanzar en la construcción de sociedades más democráticas. Rorty, desde el nuevo pragmatismo, avanzó en una dirección bastante similar a la de Habermas. El lenguaje, la comunicación, en este registro, era un antídoto contra la violencia y otros males. Más tarde Foucault, Deleuze  y Guattari, con sus nociones sobre micropolítica, permitieron a estas estrategias participativas sacar su carta de ciudadanía en varios ámbitos.

Ahora bien, otros autores han puesto en cuestión esta idea del lenguaje como un instrumento pacificador y liberador. El mismo Lacan, en sus desarrollos tardíos puso de manifiesto cierta dimensión mortífera del lenguaje que corre en paralelo con la producción de sentidos y significados. Zizek, desde una nueva articulación de Marx y Lacan, se pregunta: ¿y si los humanos superan a los animales en su capacidad para la violencia precisamente porque hablan? para situar luego, cuestión con la que estarían de acuerdo muchos, desde Hegel a Baudrillard, pasando por Heidegger y Levinas, que hay siempre violencia en la simbolización de algo.

Desde aquí, y para cerrar, quiero examinar la hipótesis de Baudrillard que me parece osada y brillante a la vez, pues, creo yo nos da pistas para interpretar ciertas características de la violencia actual o, al menos, algunas de sus expresiones, especialmente su afinidad con los medias (TV). Baudrillard plantea que hay en todo psicodrama o sociodrama participativo o deliberativo una transición potencial del espectador al actor que se da también en la TV actual. Tomar la palabra, ser protagonista del cambio social. Ser actor, dejar de ser espectador. Se terminó la sociedad del espectáculo y la posición pasiva que tenía allí el espectador alienado frente al medio.


Esa transición suele ser letal en el contexto descripto del vació de sentido e insignificancia que caracteriza al mundo posmoderno y en ciertas situaciones: Baudrillard da ejemplos vinculados a la violencia en el fútbol pero creo yo que podríamos poner allí también los trágicos ejemplos de Patagones, Columbine, etc.

En los talleres de la deconstrucción, en el diván público de la escuela, en el teatro de los relatos escolares, la locura irrumpe con su rostro sin voz allí donde se había solicitado la palabra. Extraño agenciamiento maquínico, en términos de Deleuze–Guattari, entre la locura, la pantalla, la escuela y el lenguaje.

Extraña transición también: de la imagen o de la escritura a lo real. Sorprende también, la mecánica de aquella transición; hay una presesión de la pantalla —que es muy evidente también en actos terroristas o en determinadas tragedias— sobre ese tipo de violencia, existe una solicitación a pasar de espectador a actor, demanda que no es solo televisiva sino que está inscrita en el corazón de todo psicodrama de la participación, de toda simulación psicologista de tipo participativo.

Exceso del protagonismo en el vacío del sentido, solicitación del narrador en el teatro del cinismo, transición del espectador al actor abismado. Sin duda, la hipótesis es aplicable a la escuela.

Referencias:

1.       Baudrillard, J. (1996) El crimen perfecto. Barcelona: Anagrama.
2.       Baudrillard, J. (1993) La transparencia del mal. Ensayo sobre  los fenómenos extremos. Barcelona: Anagrama.
3.       Baudrillard, J.: (1978) Cultura y simulacro. Barcelona: Kairós.
4.       Camus, Albert. (1994). El primer hombre.  Barcelona: Tusquets Editores.
5.       Bracchi, C. (2009) El tema de las violencias en la historia del sistema educativo. Una búsqueda en la revista Anales de la Educación Común. En:
6.       De la Vega, E. (2011) Sueños multiculturales y post violencia. Sobre las promesas de la escuela. Revista Plumilla Educativa. Nº 7. Instituto Pedagógico. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Universidad de Manizales. Colombia.
7.       De la Vega Eduardo: (2008) Las trampas de la escuela integradora. La intervención posible. Buenos Aires: Noveduc.
8.       Massumi, B. (2002) Navigating Movements. Nueva York: Routledge.




[1] Bracchi, C. (2009). “El tema de las violencias en la historia del sistema educativo. Una búsqueda en la revista Anales de la Educación Común”. En: Kaplan, C. (Directora). Violencia escolar bajo sospecha. Buenos Aires: Miño y Dávila.

Aportaciones desde un plano colaborativo y terapéutico de rehabilitación, educación y reeducación para personas con necesidades especiales


 
Lucy Sepúlveda V.
Doctora en Educación.
Ha sido profesora del programa de Segunda Titulación en Educación Diferencial, UAHC.


Introducción con matiz aclaratorio

Surgen infinidades de preguntas en relación a la urgencia y beneficio de terapias alternativas, como un modo de complementación al fenómeno del bienestar y salutogénesis de la sociedad, ya sean desde vertientes educativas o coterapéuticas. Actualmente, y debido a las grandes transformaciones y cambios inesperados (con crisis económicas incluidas) que acontecen en el mundo, el individuo tiene que hacer frente a los diversos dilemas, para los cuales, la mayoría de las veces no se encuentra ni mínimamente preparado. De ahí que asistimos a un fenómeno con tintes de “cultura psicoterapéutica”[1] de gran envergadura y variedad, cuyo ideario es llenar ese espacio existencial, esa carencia de ser, para poder afrontar dimensiones súbitas que se presentan.

Es posible que, mediante la educación y la auto-educación, se desarrolle una actitud de vida más saludable que permita vislumbrar respuestas internas frente a los desafíos cotidianos. Sin embargo, se hace necesario, a veces, partir de ayudas extra convencionales, como es el caso de la integración de terapias de medicina convencional (alópata) y complementaria, las cuales, por lo general, originan un creciente interés y apoyos, ya que mediante ellas se fortalece el clima emocional de la persona que la practica. De tal modo, que terapias inofensivas como masajes, relajación y otras acciones “sanadoras” desempeñan un papel importante en los cuidados paliativos (alivio de los síntomas), ya que para algunos pacientes, esta complementariedad médica (también llamada medicina integradora o curación holística, como forma de tratamientos que pueden administrarse junto a la medicina occidental tradicional), puede ayudar al alivio del dolor, sufrimiento y la ansiedad, síntomas producidos por los efectos secundarios y colaterales de alguna enfermedad.

De acuerdo con estas consideraciones, la intervención postularía por una trayectoria más humanizada e integrativa en el tratamiento de algunas dolencias, ya que se ha dado el caso que los procedimientos convencionales no han tenido acceso, ni han solucionado problemas sucintos, de ahí la trascendencia de terapias conjuntadas, integrativas que apoyen el tratamiento de diversas patologías…y, de esa manera, apoyar en la resolución de problemas de sus usuarios (Torres Chomón, 2010, p. 28). Podemos recordar que en el pasado, esta medicina complementaria era considerada como curas “milagrosas” e incluso vistas como ineficaces o fraudulentas. 

Una aclaración que realiza Walters[2] al respecto, y que conviene tener presente, es que a veces se hace referencia, de manera errónea, a la medicina complementaria como “terapia alternativa” o “medicina alternativa” y es importante diferenciarlas. La medicina complementaria cuenta con el reconocimiento y la aprobación de muchos profesionales médicos y estamentos gubernamentales, mientras que la terapia alternativa no. A modo de ejemplo, frecuentemente la medicina complementaria se administra en el caso concreto del cáncer, junto con la quimioterapia, mientras que la medicina alternativa se administraría en lugar de la quimioterapia e incluye tratamientos no aprobados ni comprobados que pueden resultar dañinos. Ahora bien, antes de comenzar cualquier forma de terapia adicional, independientemente del tipo de medicina complementaria que se decida explorar, es recomendable la consulta previa al médico tratante.


¿Qué tipos de terapias complementarias podemos mencionar?

Los expertos clasifican la medicina complementaria en cinco categorías[3]: Sistemas sensoriales, cognitivos, expresivos, físicos y médicos. Lo característico de esta medicina es que tiene terapias complementarias también de matices sensoriales donde se trabajan junto con los cinco sentidos: olfato, vista, gusto, oído y tacto, la energía general del cuerpo. Esto último se basa en que el Ser Humano es como un Ser Energético, lleno de canales por los que la energía se mueve en nuestro cuerpo[4]. Un hecho acorde con ello lo encontramos en la práctica del yoga. Este ejercicio tiene relación con prácticas físicas y respiratorias, relajación profunda y consciente, meditación, autoestudio, disciplina, espiritualidad, etc. Su fin, según Contreras (20010), es reorientar la tensión, la insatisfacción y el desequilibrio, lográndose a través de su práctica un mayor bienestar, más paz, más sentido y más armonía (p. 20).

A continuación detallaremos algunos tipos de terapias complementarias más en boga[5]:

  • Aromaterapia: La teoría de esta terapia complementaria es que los aceites esenciales son absorbidos por el cuerpo a través de los poros de la piel durante los masajes, o por inhalación a través de las fosas nasales. Los aromas liberados por el aceite actúan sobre el hipotálamo, una parte del cerebro que influye en el sistema hormonal. Por lo tanto, en teoría, un olor podría influir sobre el humor, el metabolismo, los niveles de estrés y la libido. La investigación clínica acerca de los efectos de los aceites esenciales sobre las enfermedades no es amplia, pero los efectos psicológicos del olfato se han estudiado con mayor profundidad. Algunos aceites esenciales comúnmente utilizados son los de camomila (manzanilla), lavanda, menta, romero, sándalo y árbol de té. Existen informes contradictorios en relación con las propiedades y los usos de los aceites. Sin embargo podríamos añadir que las respuestas a los aromas dependen, en gran medida, de cada persona.

  • La terapia de paisajismo consiste en mostrar paisajes tranquilos y relajantes a los pacientes, escenas que evocan calma y tranquilidad. Estos paisajes se pueden ver en un ambiente oscuro mediante la proyección de diapositivas o de videos, o bien en libros de arte u obras de arte reales. La terapia de paisajismo a menudo se usa como técnica de distracción para ayudar a controlar el dolor y la ansiedad.  

  • La musicoterapia es una forma de arte expresiva diseñada para ayudar a los individuos a alcanzar armonía y equilibrio. La musicoterapia puede consistir tanto en escuchar como en interpretar música, por medio de ella, las personas exploran sus problemas emocionales, espirituales y de conducta. Esta actividad puede ayudar a los pacientes a liberar sus emociones y a relajarse.

  • Los masajes constituyen una forma de medicina complementaria que utiliza las terminaciones nerviosas del cuerpo y determinados puntos de presión para inducir la relajación. Hay muchos tipos de masajes, por ejemplo: el Shiatsu, el método Hellerwork y la Reflexología. Sin embargo, la variante más generalizada utiliza los cinco movimientos básicos del masaje sueco: effleurage (movimientos deslizantes, lentos y rítmicos en la dirección del flujo sanguíneo hacia el corazón), petrissage (masaje, presión y rotación sobre los grupos musculares), fricción (presión continua o movimientos circulares fuertes, a menudo alrededor de las articulaciones), percusión (golpes con las manos sobre el cuerpo) y vibración (movimiento rápido, sacudiendo el músculo hacia atrás y adelante). La terapia con masajes se ha utilizado para tratar el estrés y la ansiedad, mejorar el humor, inducir la relajación y controlar el dolor.  Por otra parte, la aplicación de masajes en los pies ha demostrado tener un efecto positivo sobre la percepción del dolor, las náuseas y la relajación de los pacientes. 

¿Pueden estos tipos de terapias implicar conceptos y aprendizaje significativos?

Si consideramos “las terapias” como prácticas curativas que interceden, a nivel cognitivo con ámbitos de aprendizajes significativos, debemos manifestar que, lo esencial de ellas es, por un lado, el sentido de coherencia individual, al ser aplicadas y, por otro, su adecuación según el logro que queramos obtener. Para ello, la ejercitación y práctica a realizar debe ir lentamente internalizándose mediante secuencias y estrategias con rango de interacción cognitiva. Por ejemplo, cuando una persona aprende significativamente que el caballo es un animal (mamífero) de cuatro patas sobre el cual se puede cabalgar, al trabajar la técnica de equinoterapia, el significado para la persona que va a practicar dicha destreza proviene de la interacción con el concepto previo de mamífero que incluye animales de cuatro patas familiares y conocidos (perros, gatos, etc.). El resultado de ese aprendizaje, a través de la cercanía y contacto es, en sí, un enriquecimiento obtenido mediante la elaboración y retención de conocimientos previos, que sirvieron de anclaje cognitivo (proceso que Ausubel llamó asimilación, en Moreira, 2010, p. 13). En esta situación de aprendizaje terapéutico, el material que intercede (caballo) debe tener ese potencial significativo, es decir, un lógica significativa inherente al propio contenido (terapia), organizado y relacionado con la estructura cognitiva del aprendiz, en esta interacción también intervienen aspectos colaborativos, sociales y cooperativos.

Podemos añadir que las acciones terapéuticas, de secuencias especificas, puede tener diversas naturalezas (aromaterapia, musicoterapia, masajes, etc.), pero lo característico de ellas es que guardan relación directa y acorde en su aplicación, con el tratamiento de la enfermedad o carencia del individuo hacia el cual van dirigida. Si adecuáramos el modelo triádico de Gowin (1981) a una situación, en el cual un episodio de enseñanza-aprendizaje se caracteriza por compartir significados entre alumno y profesor (lo que en nuestro caso equivaldría a paciente y terapeuta), con respecto a conocimientos vehiculados por materiales de carácter educativo (los cuales serían materiales con sentido terapéuticos), en este escenario, el conocimiento previo es la variable facilitadora que predispone al aprendizaje-terapia, para ello resulta necesario contar con la disposición del paciente, por lo que hay que actuar con cautela para generar aprendizaje significativos que generen óptimas condiciones terapéuticas.

En esta línea de adecuación significativa con carácter curativo, llegamos a la idea humanista de Novak (1981), quien define el aprendizaje significativo como subyacente a la integración positiva y constructiva de pensamiento, sentimientos y acciones, ya que el ser humano piensa, actúa y siente de manera integrada, positiva o negativamente. La postura de Novak, congruente con nuestra mirada, aporta como novedad que cuando el aprendizaje es significativo, la integración es positiva y lleva al engrandecimiento de la persona. Ahora bien, al tratarse de acciones socioculturales de dimensiones y prácticas con fines terapéuticos beneficiosas para el individuo ¿pueden estas premisas extraídas del ámbito educativo ser trasladadas y adecuadas a situaciones curativas? Creemos que sí, ya que desde la noción de salutogénesis, desde el sentido de coherencia individual, cada persona debe encontrar para sí mismo una sensibilidad para entender o interpretar de modo positivo los diversos desafíos existenciales que le salen al camino, insertándolos en un todo que tenga un sentido, donde el ser humano encuentre algún significado en lo que piensa, siente, realiza y en todo lo que le acontece, puesto que en ello hay conocimientos previos, hay soportes ya existentes en la estructura cognitiva, elaborados internamente y relacionados con el medio sociocultural y físico.

Un caso particular: La Equinoterapia como Técnica Complementaria y de Intervención en la Diferencia[6]

Una vez descritos los campo de terapias complementarias y alternativas, nos centraremos en la equinoterapia, por su carácter estimulante y de reconstituyente emocional, paradigma idóneo para ser aplicado en personas con algún tipo de discapacidad. El grupo de trastornos en el cual es utilizable este tipo de terapia abarca desde personas con discapacidad mental hasta ámbitos del autismo o personas con problemas en la socialización, para ello se han reportado casos exitosos en niños con trastorno de Asperger o con Síndrome de Rett. Lo característico de esta terapia es que resulta ser un tratamiento no invasivo, que complementa otros tratamientos, pero nunca los sustituye, sino que viene a forma parte de un conjunto de acciones terapéuticas dirigidas a neutralizar la discapacidad, aumentando el desarrollo de los potenciales residuales y generando nuevas capacidades. Su influencia se deja sentir a través del movimiento en el desarrollo de la postura, el equilibrio y el tono, facilitando el aprendizaje motor e inhibiendo patrones asociados de movimiento. Su característica es que tiene un efecto favorable en la esfera psicológica y emocional del paciente, ya que se trata de una actividad ejercida al aire libre y en contacto pleno con la naturaleza.

Dentro de un modelo triádico, la terapia mediante caballares se realiza a través de tres agentes funcionales: el profesor, el alumno y el caballo, animal que resulta ser el agente principal en dicha técnica. Podemos manifestar que la equinoterapia es una forma de trabajo integral y complementario de rehabilitación, educación y reeducación para las personas con necesidades especiales, cuyo fin es procurar una mejor calidad de vida y favorecer su integración e inclusión en la sociedad. Entre los aspectos psicológicos, educativos y terapéuticos que aporta su práctica, Rodríguez Jiménez (2011) destaca que el caballo es, principalmente, un centro de interés sobre el cual se trabaja de forma lúdica, como actividad de ocio y tiempo libre. Al desarrollarse la actividad en contacto con la naturaleza, el objetivo que se plantea es duradero, basado en la motivación, permitiendo una opción fisioterapéutica y psicomotriz, orientada a la rehabilitación de enfermedades neurodegenerativas, traumatológicas, mediante un tratamiento psico-social-emocional. Igualmente es propicio para personas con alteraciones del comportamiento, problemas de aprendizaje e inadaptaciones sociales.

Queremos dejar en claro que la equinoterapia no es un aprendizaje de la equitación, es una terapia desarrollada para mejorar aspectos físicos, psicológicos, educativos y sociales del paciente. Tanto los tratamientos como las actividades están basadas en el “método tango”, un método privativo y experimentado que se basa en actividades transdisciplinarias, donde se aprovechan los recursos intrínsicos que genera el caballo, ya que a través de la sinuosidad del movimiento se puede mejorar el equilibrio, la postura, la movilidad y la función, de igual manera, influye en el neurodesarrollo y en las trayectorias sensoriales, puesto que la unidad jinete-caballo estimula un continuo movimiento muscular que repercute e influye, en general, en todo el cuerpo.


Algunas investigaciones y experiencias realizadas a través de la “equinoterapia”

Para hablar del tema es preciso señalar algunos estudios realizados a través de esta técnica con muy buenos resultados. Una situación primigenia y concordante con esto hace referencia al neurólogo francés Chassaignac (1875, en Carreras, 2011), quien refería que el empleo del caballo mejoraba el equilibrio, el movimiento articular y el control muscular de sus pacientes así como su estado de ánimo. Barolin, pionero de la terapia equina en Austria, publicaba en 1991 los favorables resultados alcanzados durante varios años de emplear esta técnica, destacando el impacto positivo en el ajuste psicológico de los pacientes. Mientras que Candler (2003) reportaba cambios favorables en la conducta de un grupo de niños con dificultades sensoriales después de sesiones de equinoterapia.

De igual modo, Ionatamishvili y otros realizaron en el año 2003 un estudio en 100 niños paralíticos cerebrales en edades comprendidas entre 3 a 14 años, la mitad fue tratada con procedimientos de fisioterapia convencionales y la otra mediante equinoterapia. Luego, los niños fueron sometidos a una valoración sistemática encontrándose una evolución significativamente más favorable en el grupo que desarrolló la terapia a través de caballos. Con anterioridad Tauffkirchen (1978) había realizado un estudio comparativo en 27 casos de parálisis cerebral habiendo llegado a la misma conclusión. En cambio Exner (1994), empleó el procedimiento en 67 pacientes parapléjicos y cuadriplégicos durante 18 meses apreciando, entre otros beneficios, una evidente reducción de la espasticidad. Mientras que Mc Gibbon et al. (1998), evaluando los efectos de 8 semanas de equinoterapia en un grupo de 5 paralíticos cerebrales demostró un incremento en la eficiencia física y en la coordinación motora gruesa. Por último Winchester et al. (2002), publicaron los beneficiosos resultados alcanzados en la motricidad gruesa de 7 niños con retardo severo del desarrollo que fueron tratados mediante este procedimiento.


Como podemos referir, son numerosos los autores que han investigado el impacto de la equinoterapia en la Parálisis Cerebral Infantil (Horster et al, 1976; Tauffkirchen, 1977; Satter, 1977; Feldkamp 1979; Bertoti, 1988; Campbell, 1990; Sterba et al., 2002; Meregillano, 2004), coincidiendo todos ellos en afirmar que los pacientes mejoran con la equinoterapia tanto en el aspecto motor como en el psicológico, dándose el caso de que en algunos niños multidiscapacitados, privados de participar en actividades al aire libre y de jugar con otros niños, la práctica de la equinoterapia les significó un sentido y avance especial, puesto que el tratamiento se lleva a cabo en un ambiente controlado, donde la información sensorial y gradual provocó en los receptores respuestas apropiadas de adaptación. Algo similar sucede con la delfinoterapia[7], técnica para la cual se usan los delfines, animales que pueden ayudar de diversas maneras a personas tanto con trastornos físicos como emocionales. Los animales empleados en estas terapias resultan ser dóciles, bien amaestrados y están acostumbrados al contacto con personas. ¿Pero que hace atrayente la utilización de los delfines en esta realidad terapéutica? es que estos cetáceos emite ondas ultrasónicas de distintos tipos, que circulan por todo el cuerpo y que operan, beneficiosamente, sobre el sistema nervioso. Vemos entonces que en este proceso, la acupuntura, la quiropraxia, la terapia floral y otros muchos procedimientos complementarios van ganando, progresivamente, espacio entre los profesionales dedicados a la atención de niños discapacitados o con personas en procesos de liberación de traumas u otras variantes deficitarias.


Terminamos señalando que a partir de 1960 se generaliza el empleo de la equinoterapia de forma progresiva en países como Alemania, Austria, Suiza, Noruega, Inglaterra y Francia, comenzando a emplearse el término de “hipoterapia”. En 1969 se crea en los Estados Unidos la Asociación Profesional de Equitación Terapéutica Internacional (PATH Internacional) o American North Riding for the Handicapped Association (NARHA), con el objeto de ayudar a personas con necesidades especiales en la promoción de actividades y terapias asistidas por equinos (EAAT). En 1987 un grupo de 18 fisioterapeutas de los Estados Unidos (E.U.) y Canadá viajan a Alemania a estudiar hipoterapia, y a partir de entonces se estandariza su empleo, lográndose su máximo esplendor organizativo en el periodo 1988-1992. En 1993 se funda en E.U. la American Hippotherapy Association (Asociación Americana de Hipoterapia), cuya misión es promover la investigación, educación y la comunicación entre los terapeutas físicos y ocupacionales y las personas con discapacidad, utilizándose el caballo para el enfoque del tratamiento basado en los principios de la hipoterapia clásica. Posteriormente, se establece en los E.U. un registro nacional de equinoterapeutas y en 1999 se reconoce ya con rango de especialidad.

En la actualidad existen en ese país más de 700 centros que desarrollan actividad con asociaciones de personas que presentan algún tipo de necesidades especiales. En líneas generales, los clientes que se benefician de la hipoterapia puede tener una variedad de diagnósticos, tales como: parálisis cerebral, esclerosis múltiple, retraso del desarrollo, lesiones traumáticas del cerebro, derrame cerebral, autismo y discapacidades de aprendizaje o de lenguaje. Sin embargo, es necesario manifestar que la hipoterapia o Programa Terapéutico de Equitación no es apta para todas las personas, debiendo cada usuario potencial ser previamente evaluado, de forma individual, por profesionales de la salud capacitados para ello.

Conclusiones generales

Si reflexionamos desde la coherencia de salud física, espiritual y mental, podemos corroborar que, la concomitancia entre la medicina convencional y la complementaria posibilitan una terapia más humanizada e integrativa. En este contexto, la resignificación de “terapia” potencia una construcción mucho más significativa de la salud y del bienestar que, a grandes rasgos, desemboca en una mejor calidad de vida para el individuo. De más está decir que, en esta convivencia armónica, quien sale ganado es la persona, hecho que se pone de manifiesto a través de los diversos estudios realizados. A modo de ejemplo, en Chile tendríamos las “Experiencias con medicinas alternativas y complementarias (MAC) en dos consultorios de Atención Primaria con seguimiento un año después” (Chomón, 2010, p. 27), dicha investigación corrobora el beneficio del acto de complementariedad. Como hecho relevante, actualmente en Chile ya se han reconocido por el Ministerio de Salud, tanto la Acupuntura (Publicado en el Diario Oficial de 26/05/08) como la Homeopatía (Publicado en el Diario Oficial de 16/03/10), ambas terapias van de apoyo para el tratamiento de patologías diversas. La propuesta técnica la vemos reflejada en Estudio de evaluación de Terapias Complementarias en el Sistema Público (2008), realizado por la Corporación Centro de Estudios para la Calidad de Vida. La temática contempla un área técnica encargada de las orientaciones de política, elaboración de regulación, normas, y apoyo a la gestión de actividades relacionadas con el conocimiento y práctica de las llamadas Medicinas Complementarias/Alternativas[8], en base a lo cual, entre las Medicinas Complementarias y/o Alternativas que se practican en Chile destacan: la Homeopatía, la Acupuntura, la Naturopatía, la Quiropraxia, la Sintergética, las Terapias Florales y la Apiterapia. Otras prácticas aparentemente menos complejas corresponderían al Reiki, la aromaterapia, el quiromasaje y otras. Hoy en día se entiende que todas las medicinas trabajan en forma complementaria, hablándose entonces de una Medicina Integrativa”[9].


Mediante estas prácticas legales, se perciben avances conjuntados que apoyan el tratamiento de múltiples patologías, con ello no se pierde de vista las normas básicas de calidad ni la de los derechos a las personas. Esta mirada más holística de la enfermedad, integrada en las redes institucionales de salud, puede ser un modelo innovador que apunta a la convergencia de terapias complementarias con la medicina alópata (convencional), haciendo de ambas una sola Medicina, más satisfactoria, cuyo beneficio tanto para usuarios como para él o los tratantes, apunta a la conjunción de cuerpo (técnica), psique (mente) y espíritu (Sugobono, 2010, p. 48).

Referencias

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4.        Barolin, G. S. and Samborski, R. (1991). The horse as an aid in therapy. Wien Med Wochenshr. 141 (20), 476-481.
5.        Bertoti, D. (1988). Effect of Therapeutic Horseback Riding on Posture in Children with Cerebral Palsy. Physical Therapy, 68 (10), 1505-1512.
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8.        Carreras, F. (2011). Historia de la equinoterapia en el mundo. Revista veterinaria argentina, Año IX, Nº 68. Vol XXVIII, Nº 283.
9.        Contreras, R. (2010). ¿Yoga existista o Yoga liberación? Revista uno mismo, Año 20/Nº 246, p. 21-22.
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[1] Término extraído de la Conferencia “La posibilidad y urgencia de una Educación para el Ser” del Dr. Claudio Naranjo.
[2] Opinión reflejada en http://www.ohani.cl/cancer_terapias_alternativas_1a.htm
[3] Categorías sacadas de: http://www.chemocare.com/es/complementary_medicine_es.asp
[4] Más detalles en Terapia de Polaridad: http://es.wikipedia.org/wiki/Terapia_de_Polaridad
[5] Parte de estas descripciones las encontramos en: ¿Qué es la medicina complementaria?, ver bibliografía.
[6] Queremos aclarar que parte de este apartado está basado en “Equinoterapia” artículo que se puede encontrar en http://www.fundacionbelen.org/base_datos/equinoterapia.html
[7] Más información se puede encontrar en http://www.jessnunezprado.blogspot.com/
[8]  Más información en Medicinas Complementarias / Alternativas. Ver bibliografía.
[9] Datos corroborados a través del Colegio de Homeópatas en el artículo publicado “Acerca de una Política Nacional sobre Medicinas Complementarias / Alternativas” (2009). Ver bibliografía.