lunes, 14 de abril de 2014

Fonoaudiología en y para la educación: cambiando la concepción del otro


Daniela Alejandra Moya Olave
Fonoaudióloga, con estudios de Magíster en Potenciación de Aprendizajes

I. El fonoaudiólogo es invitado a la tarea educativa:

Actualmente la formación de profesionales en fonoaudiología se fundamenta en una concepción mayoritariamente tecnocientífica, muy cerca o derechamente al interior de las ciencias de la salud, opción que podríamos ubicar en el marco del paradigma etic[1]. En este contexto, el énfasis y las preocupaciones teórico-prácticas de la profesión se sitúan en y desde el déficit, muchas veces desde una perspectiva cuantitativo-objetivista. Paralelamente, se postula que el sistema escolar y las escuelas deben brindar apoyos a todos los estudiantes, en especial a quienes presenten mayores dificultades o carencias[2]. Es en este contexto hegemónico donde se visualiza sin mayor cuestionamiento -sin siquiera reconocer la necesidad de cambio- la actual labor del fonoaudiólogo.


A partir de este antecedente se levanta la presente reflexión: desde la necesidad/posibilidad de reformular esta mirada y de cambiar los paradigmas que sustentan la visión de la fonoaudiología. La manera en que se comprenda el concepto de diversidad, postulamos acá, sienta las bases posteriores para todo un actuar renovado pedagógica y epistemológicamente asumido por parte de los fonoaudiólogos.

Partamos de la base que, debido a diversos cambios acaecidos en la educación durante los últimos años, el profesional de la fonoaudiología ha llegado a formar parte importante de un equipo multidisciplinario que opera dentro de las instituciones educativas en pos del mejoramiento de la calidad de la enseñanza. Tal como se plantea en el informe final del Foro Mundial sobre la Educación[3], realizado en Dakar, 2000: “todos los niños tienen derecho a una educación común en su localidad, independientemente de su contexto, su rendimiento o su incapacidad”. Si bien esta mirada no deja de estar dentro de la noción homogeneizadora de las dificultades, permite fundamentar la existencia y presencia de diversos profesionales que apoyen los procesos educativos. Los Programas de Integración Escolar (PIE), de hecho, consideran a este profesional para trabajar ciertas Necesidades Educativas Especiales (NEE), por lo que su rol se ha constituido en la actualidad como un elemento importante dentro de los procesos educativos de calidad. Adicionalmente, podemos reconocer que el fonoaudiólogo aporta una mirada profesional relevante también en los procesos mayores de integración y exclusión en el aula, a partir de su aporte en los procesos diagnósticos, procesos que definen científicamente quién entra o sale, el status de quien ingresa y de quien sale del aula y de la escuela.

De este modo, el tan recurrente término de “atención a la diversidad” es lo que ha permitido que esta profesión se integre a equipos de trabajo multidisciplinarios dentro de los contextos educativos. Sin embargo, la formación cuantitativa que posee la disciplina y, quizás, su relativa distancia de reflexiones pedagógicas de corte crítico-constructivistas podrían ser la causa de una comprensión y abordaje de la diversidad de bajo impacto transformador por parte del fonoaudiólogo. En otras palabras, es factible que la fonoaudiología esté entrabada en la labor de abordar auténticamente la diversidad si no ha hecho -o no hace- una reflexión profunda de lo que implica esta “atención a la diversidad”. Esto es relevante si pensamos que hay autores que nos permiten cuestionar aquellas formas de “atención a la diversidad” basadas excesivamente en el control y la objetividad[4].


Pensemos, de momento, que la finalidad de una intervención educativa cualquiera es atender a las necesidades educativas de niños, niñas y adolescentes para, así, promover el crecimiento personal de los beneficiarios[5]. De este modo, se busca generar igualdad de oportunidades, desde la valoración de las diferencias existentes en cuanto seres humanos complejos y originales. Así, Oliver (2003) llega a  plantear que solo desde una aceptación y valoración de las diferencias se puede llegar a una enseñanza centrada en el sujeto en formación. Si bien esto se relaciona con pedagogía -como saber especializado en educación- es transferible a todo proceso educativo, especialmente a todos quienes trabajan en educación; por ello, sus postulados son considerados para el posterior análisis de la disciplina de la fonoaudiología en contextos educativos.

II. El fonoaudiólogo es interpelado a cambiar sus paradigmas:

¿Pero qué o cómo mirar para pensar de otro modo? Quizás, tal como lo plantea el fonoaudiólogo argentino Carlos Skliar[6], la Educación Especial -fuertemente relacionada con la realidad fonoaudiológica- utiliza conceptos como “normalidad” para, de alguna forma, ordenar y clasificar aquello llamado anormalidad. Así, el concepto de normalidad va ligado con la posibilidad de considerar a otros como “anormales”. ¿Qué se entiende, entonces, por anormal?, ¿Será simplemente no ser igual a otro? Esta concepción de normalidad se relaciona directamente con el paradigma terapéutico, de racionalidad tecno-instrumental, presente incluso en la disciplina aquí presentada.


Pareciera que se requiere de “anormales” para fundamentar las prácticas terapéuticas de la fonoaudiología. Desde el paradigma cuantitativo y hegemónico es posible clasificar lo normal y anormal, de modo de poder intervenir sobre éste último. Lo anterior ha traído por consiguiente la necesidad de anormalizar todo, de volver patológico al otro, al que yo atiendo; y, a su vez, de cuestionar qué es lo normal, de tener el poder de decir y decidir quién es normal.

Lo que se desea enfatizar aquí es que la forma en que cada persona –y profesional- construya el concepto de diversidad permitirá reformular –o no- las convicciones frente a la visión del otro. El mencionado autor Skliar relata que la forma cómo se ha construido a los diferentes en la escuela y la sociedad, desde una lógica peyorativa, minimizadora, asistencialista y dicotomizadora, entrega la respuesta para modificar la concepción negativa de ellos: las diferencias sólo son diferencias. Al comprenderlo de este modo se puede aprender a visualizar al otro con respeto y valorarlo tal cual es: “Las diferencias nos constituyen como humano”.

Por su parte, Molina[7], dentro de su análisis cultural de las diferencias, menciona que una mirada monocultural de la educación rompe las raíces de la solidaridad social, especialmente cuando se niega la subjetividad de las personas y las distintas formas de ser, en aras de una verdad universal, de una única y legitima forma de ser y estar. Todo lo anterior va directamente relacionado con la realidad en la formación profesional del fonoaudiólogo, pues, tanto los procesos evaluativos lingüísticos como las prácticas de intervención sitúan su foco en lo diferente y en lo aislado de la norma (establecida por test estandarizados, obviando la diversidad existente y natural del ser humano).


Esto es lo que debe cambiar: la concepción del otro y la valoración de las diferencias, desde una mirada monocultural a una multicultural. De esta forma, la práctica fonoaudiológica podrá situarse en todo ámbito, no solo desde lo que se considera alteración, sino que potenciando a todos y todas, desde la base de la realidad de cada persona, con sus características personales y, desde allí, diseñar y situar los apoyos, ya sean pedagógicos u otros. Etiquetar al otro debe dejar de ser parte esencial de la labor profesional, pues, tal como Skliar menciona: se etiqueta al diferente atribuyéndole aspectos físico-sociales negativos… y es esto lo que debe modificarse.

III. Atención a la diversidad desde la realidad nacional:

La atención a la diversidad se ha centrado en atender a los diferentes y la actual visión de los PIE ha sido buscar la normalización de los estudiantes. Sin embargo, sabemos que la heterogeneidad es altamente valorada desde un punto de vista ético y social, pues, desde allí se aprende a respetar al otro en su individualidad. No estamos aquí cuestionando el real apoyo a los estudiantes desde los PIE dado que, efectivamente, han sido positivos, pero se busca una modificación en la comprensión del concepto diversidad desde la idea de la no-normalización, siendo este último aquel aspecto que se vincula sensiblemente con la labor fonoaudiológica aquí analizada. Una autora española, María del Carmen Oliver, también menciona que el desempeño de los profesionales de apoyo en educación generalmente se despliega en diversas instituciones, simultáneamente, lo que dificulta una tarea continuada y profunda de atención a la diversidad[8]. Por lo tanto, el cuestionamiento y el aporte de esta disciplina abarcan incluso las políticas nacionales en relación a los apoyos que brindan los profesionales de ciencias auxiliares a la pedagogía. En Chile, mediante Decretos de Educación y Leyes de Inclusión Social[9], se han postulado cambios educativos en la forma de concebir los procesos pedagógicos y sociales. Sin embargo, en muchos casos, no han tenido el impacto necesario, pues, no han reformulado la concepción del otro desde su base.


¿Cuál es la realidad?, ¿la realidad es solo una? Sabemos que la realidad social se construye y que tiene alta dependencia/influencia de los actores que la construyen. Así, el rol de todo profesional relacionado con el ámbito educativo (y de todo ser humano que forme parte de estos procesos) es fundamental. Es posible construir una realidad que valore la diversidad y que no la cuestione, y sobre todo que no le otorgue una connotación peyorativa. Y las interpretaciones de esta realidad son subjetivas, por lo tanto, la visión desde las disciplinas que orientan su trabajo con personas, también debe considerarla así. El conocimiento no es objetivo, pues, las interpretaciones son individuales, así como los valores son relativos y situados. La fonoaudiología presenta hoy una epistemología clásica centrada en la ciencia y el conocimiento objetivo, es decir, en resultados científicos que avalan la verdad siendo los únicamente válidos. Claramente aquí debe existir una modificación en la comprensión de la realidad.

Lo anterior fundamenta la concepción de diversidad que aquí se desea plasmar, aquella concepción que debe estar a la base de la formación de profesionales que se desempeñan con personas: no hay una verdad, no hay una sola respuesta; hay interpretaciones, hay valores y hay variabilidad. Cada sujeto es un ser individual y no puede ni debe existir un método único, un valor único o una sola respuesta. La diversidad es para todos, es de todos, pues, todos somos diversos. La diversidad no es de quien ha sido diagnosticado con una NEE. La diversidad está presente en todo ser humano. Este cambio de paradigma y de comprensión, pasando de una mirada etic a una emic, es la que debe formar parte del sustento tanto teórico como valórico de los profesionales que se desempeñan en educación y en otras áreas.


En relación al paradigma previamente mencionado, emic, es importante relacionarlo con la postura aquí planteada desde la labor fonoaudiológica. Este paradigma se basa en enfoques prácticos y críticos, incluyendo una mirada comprensiva, interpretativa y transformadora de la realidad, la cual se concibe como dinámica y múltiple y con un fuerte componente reflexivo y crítico. Es este el sustento ideal de un profesional que se desempeña con personas y más aún en contextos educativos. Comprender y transformar deben constituirse en dispositivos centrales en el quehacer cotidiano, la mirada del otro debe conllevar esta comprensión de la realidad, siempre desde lo crítico y con finalidad transformadora. La diversidad tiene un rol transformador en la convivencia con otros y en la escuela como espacio formativo. Tal como menciona Bazán y Manosalva[10], se requiere una transformación en la escuela, pues, se mantienen modelos de intervención centrados en el individuo y no modelos que transformen instituciones. Esto se relaciona directamente con la labor fonoaudiológica, en donde claramente el énfasis está en el individuo, pero no en una transformación más integral de este y con escasa consideración de aspectos del medio social y cultural.

El fonoaudiólogo, si bien no está formado en ámbitos pedagógicos, cuando se desempeña en espacios educativos debe responsabilizarse por ello y formarse en estos aspectos débiles por su formación profesional de base. Posee un rol trasformador, al igual que los profesores y directivo-docentes, por lo que debe profundizar en los aspectos aquí planteados, modificando la base de su comprensión del otro, comprendiendo ampliamente conceptos como la diversidad, pues, su labor no es menor frente a la tarea educativa, sino que es un agente de cambio que debe comprender las finalidades de la educación[11]. Se debe concebir la diferencia como un derecho, y no se debe buscar modificarla y normalizarla, sino que potenciarla siendo siempre un guía y mediador entre esta y los procesos de aprendizaje. La heterogeneidad debe valorarse y respetarse, toda vez que enriquece todo proceso social y cultural.


Lamentablemente, en ocasiones, pareciera ser que la labor del fonoaudiólogo es homogeneizar y movilizar a la persona hacia la normalidad (ya cuestionada previamente). Esta visión también debe cambiar y parte este cambio a partir de la reflexión que se haga de los fines de la profesión en los contextos educativos. En este sentido, la finalidad de los procesos de intervención debiera estar relacionada con entregar oportunidades que le permitan a los otros mayor autonomía, apoyar en sus procesos de aprendizajes, pero no en comparación con otros, no buscando que se asemeje a un promedio, sino que dentro de su propia realidad facilitar las oportunidades de autonomía y aprendizaje.

IV. “El regreso del fonoaudiólogo”:

Actualmente las instituciones escolares tienden a convertir las diferencias en desigualdades. Por ello, el concepto de diversidad debe tener una connotación positiva y sobre todo natural, dejando de atribuirle aspectos negativos o “anormales” a los otros, los mal llamados “diversos”, “diferentes” o “especiales”. La diversidad se debe vivir como aquella actitud enriquecedora y creadora de matices, de ambigüedades, de tonos, de formas nuevas. Esta comprensión debe formar parte de la formación de todo profesional que pudiera desempeñarse en ámbitos educativos.

Buscar la normalización desde la base de nivelar o igualar a los estudiantes no debe ser el interés en el quehacer profesional. Se requiere modificar la concepción actual del otro en el ámbito fonoaudiológico. No debe mantenerse el foco en las dificultades ni debe considerarse la diversidad desde aquello que no es igual a un común. Gracias a modificaciones en el ámbito educativo cada vez nuevas disciplinas se integran al ámbito educativo, sin embargo, este cambio solo será fructífero cuando la formación profesional constituya realmente las bases de la comprensión de la diversidad, desde paradigmas emic y desde la valoración del otro.


El rol profesional no se reduce a lo escolar, eso lo sabemos bien, sino que integra un rol transformador como agentes de cambio social, como facilitador y mediador de los aprendizajes. Allí se encuentra su cimiento y no en la búsqueda de nivelar o normalizar a otro desde un paradigma cuantitativo. El paradigma etic, desde lo sociocrítico y transformador, menciona la importancia de la identificación del potencial de cambio, es decir, visualizar al aprendiz como un sujeto que puede aprender y que puede potenciar diversas habilidades. La potenciación de habilidades lingüísticas debe desarrollarse desde el mismo sustento teórico, para así modificar la comprensión actual de las diferencias y del otro; y sobre todo para reformular las bases en que fundamenta sus procesos de intervención, especialmente cuando se desempeña en contextos educativos. De ser así, un nuevo y más potente fonoaudiólogo se está formando…

Referencias:

1.     Bazán, D. (2008). El Oficio del Pedagogo. Rosario: Homosapiens.
 2.   Bazán, D. y Manosalva, S. (2008). “De la diversidad controlada a la diversidad sociocrítica”. En: Bazán, D. (2008). Op. Cit., para comprender en profundidad aspectos relacionados al rol de la escuela y sus componentes estructurales.
 3.Bazán, D. y Manosalva, S. (2014). “!Viva la diversidad¡ Notas ético-sociales para detectar un discurso poshegemónico de las diferencias. Revista Virtual Émica, UAHC, enero de 2014. En: http://revistaemica.blogspot.com/2014/01/viva-la-diversidad-notas-etico-sociales.html
 4.    Decreto de Educación N° 170 que “Fija normas para determinar los alumnos con necesidades educativas especiales que serán beneficiarios de las subvenciones para educación especial”.
 5.  Ley de Inclusión Social 20.422 que “Establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad”.
 6. Molina, F. (1992). Sociología de la educación intercultural: vías alternativas de investigación y debate. Universidad Lleida. Buenos Aires/México: Grupo editorial Lumen Humanistas.
 7. Oliver, M.C. (2003). Estrategias Didácticas y organizativas ante la diversidad. Dilemas del profesorado. Barcelona: Octaedro.
 8.  Pupuelo, M.; Rondal, J. y Wiing, E. (2005). Evaluación del Lenguaje. Barcelona: Masson.
 9.  Skliar, C. (2005). “Juzgar la normalidad, no la anormalidad. Políticas y falta de políticas en relación a las diferencias en educación”. Paulo Freire, Revista Pedagógica crítica. UAHC, N° 3.
 10. Trilla, J. (Coord.) (2007). El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI. Barcelona: Ed. Graó.
 11. UNESCO (2000). Informe Final: Foro Mundial sobre la educación. Dakar, Senegal.



[1] Para profundizar en esta concepción se sugiere revisar: Bazán, D. (2008). El Oficio del Pedagogo. Rosario: Homosapiens.
[2] Pupuelo, M.; Rondal, J. y Wiing, E. (2005). Evaluación del Lenguaje. Barcelona: Masson.
[3] UNESCO (2000). Informe Final: Foro Mundial sobre la educación. Dakar, Senegal.
 [4] Cfr. Bazán, D. y Manosalva, S. (2014). “¡Viva la diversidad¡ Notas ético-sociales para detectar un discurso poshegemónico de las diferencias. Revista Virtual Émica, UAHC, enero de 2014. En: http://revistaemica.blogspot.com/2014/01/viva-la-diversidad-notas-etico-sociales.html
[5] Planteamientos que profundiza María del Carmen Oliver Vera, en el capítulo 2: “La atención a la diversidad como principio educativo”. En: Oliver, M.C. (2003). Estrategias Didácticas y organizativas ante la diversidad. Dilemas del profesorado. Barcelona: Octaedro.
[6] Ver: Skliar, C. (2005). “Juzgar la normalidad, no la anormalidad. Políticas y falta de políticas en relación a las diferencias en educación”. Paulo Freire, Revista Pedagógica crítica. UAHC, N° 3.
 [7] Cfr. Molina, F. (1992). Sociología de la educación intercultural: vías alternativas de investigación y debate. Universidad Lleida. Buenos Aires/México: Grupo editorial Lumen Humanistas.
[8] Esta es la realidad de los profesionales fonoaudiólogos que actualmente se desempeñan en educación, en especial en instituciones municipales, pues, deben distribuir su jornada en distintas escuelas, interrumpiendo el seguimiento diario y apoyo permanente a los estudiantes que requieren más apoyo.
 [9] Ver: Ley de Inclusión Social 20.422 que “Establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad” y Decreto de Educación N° 170 que “Fija normas para determinar los alumnos con necesidades educativas especiales que serán beneficiarios de las subvenciones para educación especial”.
[10] Ver: Bazán, D. y Manosalva, S. (2008). “De la diversidad controlada a la diversidad sociocrítica”. En: Bazán, D. (2008). Op. Cit., para comprender en profundidad aspectos relacionados al rol de la escuela y sus componentes estructurales.
[11] Se sugiere revisar autores tales como Pestalozzi, Maturana y Freire para profundizar en relación a finalidad de la educación. Cfr. Trilla, J. (Coord.) (2007). El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI. Barcelona: Ed. Graó. 


3 comentarios:

  1. ¡Qué gran trabajo! Felicitaciones Daniela!!!!!!

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  2. Actualmente me encuentro cosntruyendo mi propio camino como Fonoaudióloga dentro del campo educativo, que es mi pasión. Leer este artículo me hizo caer en cuenta de la perspectiva que tenía, implantada desde mi formación de pregrado, y que estaba a punto de implementar con mi práctica profesional. Muchas gracias por este gran texto que nos hace reflexionar cuál es el verdadero rol del fonoaudiólogo en instituciones educativas: un agente transformador y no un replicador del modelo clínico dentro de las aulas. ¡Excelente!

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