Alejandro Prieto Gajardo
Profesor. Magíster en Educación.
Presentación
(Habla la diversidad).
Aunque haga la gente lo que quiera con mi persona (porque no ignoro las
dificultades que pone la diversidad aún a los más diversos) no es menos cierto
que yo, sí, yo sola, tengo el don de distraer a los dioses y a los hombres. Lo
prueba que apenas he tomado la palabra ante esta numerosa asamblea, cierta
curiosidad y ambigüedad se ha apoderado de vuestros rostros. Por lo tanto, lo
que los científicos apenas logran producir después de largas investigaciones y
cuestionamientos a teorías incuestionables, lo he conseguido yo con mi sola
presencia.
En lo que atañe al asunto que hoy me trae ante ustedes, con este uniforme
que tan mal me sienta, tiene que ver con la loca idea que se me ha metido de
ejercer la crítica. No ciertamente como aquellos que verbalizan su rechazo al
otro por la más mínima diferencia, considerándola un error porque no calza con
su imagen de sí mismos, sino a imitación de los sencillos que saben que la
crítica es la aplicación de un criterio también sujeto a la crítica. Vosotros,
pues, vais a escuchar una crítica, no del sistema ni del anti-sistema sino de
mi misma, es decir una autocrítica de la Diversidad.
De mi no esperéis que, siguiendo la costumbre de esos limitados hombres de
ciencia, proceda por una definición de mi persona y menos por una división.
Sería doblemente necio circunscribir dentro de ciertos límites a una realidad
que se define por su indefinición y dividir a aquella que nace dividida. Y si a
alguno se le ocurriera confundirme con la detallada disciplina de la
descripción ¿No bastaría con la sola cercanía de mi persona para desengañarlo
sin recurrir a la palabra? En mi rostro
sin maquillajes no finjo complacencias que no sienta mi corazón, en todas
partes soy distinta de mi misma de tal forma que no consiguen disimularme
incluso quienes se cubren con normas y uniformes.
¡Qué ingrato es ver a los hombres, que son mis más fieros detractores,
alabar mi nombre para suavizar su imagen! Esos hombres que quieren pasar por
amplios de criterio ¿no merecerían mejor el nombre de uniformadores de lo
diverso?
Genealogía
Sepan ustedes que, como algunos ignoran mi genealogía, se las voy a exponer
con ayuda de la razón. Mi nacimiento no se debe a la razón ni a la ciencia, ni
a la religión ni a la filosofía, ni a la política ni a la economía (mucho me
temo que incomodo sobremanera a todas ellas). mi nacimiento se debe a la naturaleza. Me ha
engendrado la naturaleza, madre de los hombres y los dioses, la naturaleza que,
con un solo movimiento de cabeza, pone patas arriba las cosas sagradas y
profanas sin diferenciarlas entre si; la naturaleza que ridiculiza a su
arbitrio teorías, dogmas, doctrinas, ideologías, juicios y prejuicios,
razonamientos, métodos, razones, causas y consecuencias, en una palabra, todos
los intentos por reducirla y limitarla; la naturaleza cuyo poder destruye
civilizaciones, imperios y, tal vez ese sea su placer, todo intento de salirse
de ella y mirarla desde afuera.
Mi madre no me sacó de su cerebro como al cristianismo, al marxismo, al
capitalismo, al anarquismo, al cientificismo y todos los anti relacionados con ellos. Mi origen no está en el trabajoso
análisis intelectual ni en la construcción de mundos pretendidos, nací de su
propio nacimiento y soy parte de ella.
Al abrir los ojos he sonreído dulcemente a mi madre y a mis hermanas. Si
queréis conocerlas, os las presento a cada una. Aquella que no soportan los
previsores se llama Incertidumbre, esa que no pueden aplacar los autoritarios
se llama Libertad, la que no soportan los orgullosos se llama Insuficiencia,
aquella que no comprenden los avaros se llama Sensibilidad y esa con la que
tropiezan los impacientes es la Torpeza. Ellas son mis hermanas y habitan junto a
mi en cada ser de la madre naturaleza aunque son rechazadas por esos mismos
seres cuando las ven en su interior.
Culpas y disculpas: El temor
Conocen ya mi origen y mi familia mas, para evitar que se me acuse de inocente,
voy a mencionar los perjuicios que doy a la humanidad. ¿Conocéis algo más
perjudicial que la muerte? ¿Quién en manos de de los unificadores de lo diverso
contribuye más a ella que yo?
¿Por qué no hablaros directamente como es mi costumbre? Decidme ¿Es acaso
el progreso, la justicia, la patria, el pueblo, la fe u otra causa de las
llamadas honestas, la que posee el poder de hacer que los seres humanos se
maten unos a otros? Si no me engaño tal parece que no, sino más bien otra parte
inconfesable para las grandes ideas orientadoras de la humanidad; el temor y la
incomprensión hacia lo diverso. He aquí el siniestro manantial del que surge la
muerte. Aquí entre nosotros ¿Quién montaría grandes expediciones a insondables
distancias para defender una fe sino fuera por temor a lo diverso? ¿Quién
examinaría acuciosamente el pensamiento del hombre para encontrar un ínfimo
error doctrinario y mandarlo a la hoguera sino estuviera habitado por este
miedo? ¿Quién enviaría a morir a sus enemigos políticos al encierro en el
centro de Europa, al borde del ártico o al sur del Pacífico si aceptara lo
distinto del otro? ¿Quién se apuraría por nombrar a todos los diversos,
clasificarlos y darles un lugar en el orden mental si no fuera por esto? ¿Quién
apuntaría con el dedo y, si es necesario con la pistola al que siente distinto,
al que piensa distinto, al que ama distinto, al que habla, juega, come, viste y
ama distinto si no fuera por esta causa? Por lo mismo, debéis el abuso al temor
y el temor a la diferencia de lo que me culpo aquí ante ustedes.
Alguno se preguntará ¿Cómo sería la vida sin mí? Y me respondo que
ciertamente mejor que ahora. Imaginad un mundo de iguales; igual necesidad,
igual oficio, igual género, igual clase social, igual color y lengua, igual
nación. Es mi sueño el sueño de algunos del fin de la historia y las disputas,
el fin de las diferencias, por fin una sola forma de pensar y sentir, aunque
debo reconocer que esto se transformaría en mi propia muerte y la de mis
hermanas lo que lógicamente me afecta.
Además, últimamente, soy dada a pensar que por algo mi madre me dio vida,
no creo ser hija no deseada ni mis hermanas tampoco. ¿Será capaz la naturaleza
de dar a luz hijas de segunda categoría, hijas naturales si se me permite la
paradoja? Más bien pienso que no y aunque no le he preguntado directamente a
ella, ya que su característica más evidente es el silencio que habla, he
pensado a veces que no soy yo el problema sino el temor que se me tiene.
Diversidad y posesión
Por otro lado, y aún considerando que el temor a mí es un factor de muerte
que no es sólo mi culpa, creo que no puedo dejar de culparme por otra causa de
muerte de la que me responsabilizo: la diferencia de posesiones entre los hijos
de la humanidad.
No puedo dejar pasar esta innoble situación. Claro, ¿acaso no es parte de mí
la diversidad entre los que mucho tienen y los que tienen poco? ¿Acaso se puede
decir que en este aspecto el respeto a la diversidad no corre? En último caso,
¿no es responsabilidad mía acaso que los uniformadores de lo diverso utilicen
mi nombre livianamente para mantener sus ganancias? Creo que en esto no hay
otra disculpa que reconocer que esto es parte de mí, ni siquiera puedo rebatir
a los que dicen que es una condición natural ya que soy la diversidad hija de
la naturaleza. ¿Acaso no es mi responsabilidad que existan personas con mayor y
menor capacidad de aprender de la vida? ¿No es por mí que algunos nacen en
buena cuna, mesa y cama y otros apenas sobreviven? ¿Acaso no soy yo quien ha
dado más facilidades a hombres que a mujeres, a occidentales que a orientales,
a urbanos que a rurales, a rubios que a
morenos? ¿No es notorio eso en esas nobles instituciones que intentan
uniformar y normalizar a vuestros vástagos que vosotros llamáis escuelas y
universidades?
No os dejéis llevar por mi desazón, más bien combatid contra mí con energía
para lograr ese mundo de iguales que tanto aprecio. Estoy dispuesta al
holocausto si es necesario, es lo que pienso en mis momentos más sensibles.
Sólo el consuelo de ver la calma y prudencia de mi madre me tranquiliza. Ella
parece exculparme con su rostro, parece decirme: “Tranquila hija mía, no es tu
culpa, tu eres hija de la naturaleza”. Cuando eso ocurre pienso, equivocadamente,
por cierto, que esa diferencia de posesiones no es por mí, de lo contrario no
sentiría esta angustia cuando hablo de ella. En esas ocasiones pienso que a
diferencia de mí, esa diferencia no es hija de la naturaleza, que de alguna
forma también podría ser hija del temor, como si algunos de vosotros temierais
perder lo mucho o lo poco que poseéis y eso les hiciera atesorar lo que otros
necesitan, o incluso sin tener razón aparente temierais cualquier cambio social
por perder lo que poseéis o algo de lo que poseéis.
Entiendo vuestra ira ante este argumento pero debéis comprender, si bien mi
sueño es el sueño de algunos que anuncian el fin de la historia, no dejo de
preguntarme si ese sueño es tan ideal cuando aún permanecen tantas diferencias
entre lo que tienen unos y otros. Lo sé, es probable que aparezca mi argumento como un intento de justificarme,
asignar mi propia responsabilidad al temor que despierto en vosotros.
Confesión
Es claro que vine a hacer una autocrítica y he terminado justificándome, lamento
si esto os molesta. Sólo pretendía que, al conocer a mi madre natural, me
entendierais mejor a mí aunque aún no os he presentado a alguien importante en
mi familia. También soy hija de la Complejidad. Sí, tengo dos madres, y sé las
resistencias que esto crea en vosotros, no seré la primera ni la última en
sufrir el desprecio por tal situación. No me avergüenza, sólo les pediría que
comprendieran.
Mi infancia y la de mis hermanas fue feliz, mi madre Naturaleza y mi padre
Conocimiento se amaron desde que se vieron. Como en toda relación sus primeros
años fueron marcados por al fascinación y el enamoramiento y nosotras éramos
parte de eso, veíamos como se amaban. En mi inocencia no comprendí bien que
pasó entre ellos ni que produjo que mi padre se distanciara. Sólo recuerdo sus
intentos por controlar a mi madre, su resentimiento por la libertad que ella
demostraba, por su imprevisión y experiencias, que a nosotros nos fascinaban, y
que él no podía controlar. Por otro lado, Incertidumbre, Insuficiencia,
Libertad, Sensibilidad y Torpeza adheríamos a las locuras maternas, así las
llamaba él, y sentíamos su desagrado hacia nosotras. Mi padre se fue encerrando
en sí mismo y un día, sin que nos diéramos cuenta, se fue del lado de mi madre.
No tengo rencor, sé que es un buen hombre.
Luego de un tiempo de soledad mi madre conoció a Complejidad, ella permite
que yo la trate de tú, y aunque vive con nosotras hace poco apreciamos tanto el
cariño que nos demuestra que cada una de nosotras se siente la preferida por
ella. Ni hablar de lo dichosa que se ve
mi madre, creo que se siente verdaderamente comprendida y cuando hay cosas que
Complejidad no entiende, sencillamente las deja pasar para comprenderlas en
otra ocasión.
Somos una familia atípica, lo sé. También sé que, desde que mi padre vive
con Normalidad, hacen comentarios despectivos hacia nosotras considerándonos
poco serias y calificando nuestra vida como desordenada.
Invitación
Sin embargo, mi intención ha sido que vosotros comprendáis que yo, Diversidad,
conozco mis limitaciones y soy capaz de
hacer una autocrítica sincera. Disculpen si en algo ofendí a quienes nombré
directa o indirectamente, pero créanme que no hubo rencor ni revancha en mis
palabras. Créanme, además, que he vivido siempre entre vosotros y esta novedosa
preocupación de ustedes por mí a la vez me alienta y me intimida. Me alientan
sus palabras referidas a reconocerme y aceptarme, pero me intimida cuando
intentan definirme, clasificarme, sospecho que me temen y que buscan controlarme.
No quiero ser negativa, al fin y al cabo nos conocemos hace tan poco que
nuestra relación tiene un camino de conocimiento y reconocimiento mutuo por
delante, y créanme que este acto de aceptación de mis limitaciones no es otra
cosa que una primer paso para que vosotros, si deseáis, den el segundo;
reconocer sus propias limitaciones para poder sentarse a la mesa y hablar sin
reticencias con mi madre Naturaleza, mis hermanas Incertidumbre, Insuficiencia,
Libertad, Sensibilidad y Torpeza y conmigo; la Diversidad.
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