Wendy Godoy Ormazábal
Trabajadora Social. Doctora en Educación. Docente de
la Universidad Cardenal Silva Henríquez
I. Introducción:
El trabajo que a
continuación se presenta tiene como objetivo reflexionar sobre el pensamiento
de Paulo Freire y su incidencia en la educación. Es una presentación que se
articula en torno a dos grandes puntos. En el primero, se desarrolla el
planteamiento de su teoría y método y, en el segundo, las fortalezas de su
epistemología. Paulo Freire es un autor que interesa no sólo a los pedagogos,
pues, entre otros tópicos, ha relevado la relación entre teoría y práctica y el
concepto de educación estrechamente vinculado a la vida en sociedad. Para él,
la educación es un acto político inmerso en la vida cotidiana de las personas y
comunidades, el cual se debe comprender dialécticamente.
El conjunto de problemas socioeducativos que están
afectando a la sociedad latinoamericana, que no son ajenos a nuestro país,
invita a reflexionar sobre los aportes y la vigencia del pensamiento de Pablo
Freire, sobre todo frente a situaciones tales como la exclusión de niños y
jóvenes de los establecimientos educativos, el consumo de drogas de la que son
víctimas casi generaciones completas, la marginación de los procesos de
desarrollo de grandes sectores de la población producto de los cambios en las
estructuras productivas,
el aumento de la pobreza, pese al mejoramiento de los indicadores macro
económicos, entre otros. Todos problemas sociales que la sociedad no ha podido
superar a lo largo de la historia pero que, sin ser idénticos, tienen en común
una gran cantidad de personas excluidas, marginadas y en situación de pobreza,
que viven las injusticias de las sociedades modernas y postmodernas, donde la
educación, entendida en un sentido amplio (educación formal, no formal e
informal), continua teniendo un rol fundamental a la
hora de aportar en la formación y consolidación de procesos democráticos más
justos y humanos.
Pablo Freire se ubicó en/desde una postura
epistemológica que logró establecer la relación entre la teoría y la práctica
como un todo, desarrollando un cuerpo de conocimientos sólidos, que son
reconocidos en distintos puntos del mundo como un pensamiento original que, no
sólo fue y sigue siendo de utilidad para el pueblo de Brasil, sino que ha
tenido y sigue teniendo incidencia universal. Su pedagogía es mucho más que un
método para la alfabetización de adultos, es una propuesta que persigue el
cambio radical de la sociedad, que busca transformar las relaciones de
convivencia social. Para él, era necesario que, tanto “oprimidos como
opresores”, se liberaran mutuamente, a través del diálogo consciente sobre la
realidad en la que se encuentran inmersos. Su propuesta no es sólo pedagógica
sino que también es política.
La fuerza de sus planteamientos, pese a estar elaborados
hace más de cuatro décadas, adquieren cada día más vigencia y potencia en el
mundo contemporáneo, así lo demuestran la diseminación de su pensamiento en
círculos de discusión, en la incorporación en cátedras universitarias,
seminarios y congresos, en elaboración de escritos y libros, entre otros.
Su trabajo no sólo caló hondo en la educación formal de
los sectores más pobres y oprimidos, sino que también en la educación no formal
que, en el caso de Chile, fue donde realmente tuvo una incidencia significativa
en la práctica. Con su desarrollo teórico-práctico logró traspasar las
fronteras de la educación hacia otras áreas del conocimiento, fortaleciendo
teorías y prácticas educativas de diversos campos del saber, como lo señala
Gadotti y Torres: “así mismo auxiliaron reflexiones no sólo de
educadores sino también de médicos, terapeutas, investigadores sociales,
filósofos, antropólogos y otros profesionistas tanto del área de las ciencias humanas al área de las ciencias naturales y exactas”
(Gadotti M. y Torres C.A. 2001, 3).
Tras revisar artículos y algunos libros que se han
escrito sobre su vida y obra, aparecen, a lo menos, cinco campos de influencia
en el desarrollo de su pensamiento. El primero, su experiencia de vida ligada a
la pobreza y la escasez durante su infancia y adolescencia en Jaboatão, cerca
de Pernambuco. La segunda, la formación que recibió en el seno de su hogar que,
pese a los problemas económicos, siempre consideró una actitud de acogida y
diálogo, también aquí se formó en el catolicismo, recibiendo posteriormente la
influencia de la Teología de la Liberación. El tercero, fue la observación y el
diálogo permanente y consciente con miles de personas sometidas y dominadas que,
además, coincidía en que en su mayoría eran analfabetas. El cuarto campo es
tributario: a) del marxismo, sobre todo el aporte de la dialéctica; b) del existencialismo y c) de la
fenomenología. Autores como Marx, Lukács, Sartre y Mounier, Albert Memmi, Erich
Fromm, Frantz Fanon, Merleau-Ponty, Antonio Gramsci, Karen Kosik, Marcuse,
Agnes Heller, Simone Weil y Amílcar Cabral, fueron, entre otros, quienes
influyeron con sus reflexiones y propuestas epistemológicas. Y el quinto campo,
las largas discusiones sobre pedagogía que mantenía con su primera esposa,
quién era profesora. También con Aluízo P. de Araújo, un humanista cristiano
que promulgaba el derecho a la educación para todo hombre y mujer (Araújo,
2001).
II. Presentación de la teoría de Paulo Freire:
a) Perfil
biográfico del autor:
Para comprender la obra de Paulo Freire, es necesario
conocer su historia de vida y también el escenario en el que surge su
pensamiento.
Freire nació en Recife (Brasil) el 19 de septiembre de
1921, hijo de Joaquín Remíntocles Freire y Edeltrunes Neves Freire. A los 10
años se traslada con su familia cerca de Pernambuco a Jaboatão, lugar donde
conoció la pobreza como la describe en la siguiente cita: “Yo hice la escuela primaria exactamente en el período más duro del
hambre. No del “hambre” intensa, sino de un hambre suficiente para entorpecer
el aprendizaje” (Gadotti M. y Torres C.A. 2001, 17). En otro apartado, más
tarde, señala: "Pesqué en ríos, robé
frutas en frutales ajenos. Fui una especie de niño colectivo, mediatizado entre
los niños de mi clase y los de los obreros... recibí el testimonio cristiano de
mis padres, me empapé de vida y existencia, entendí a los hombres desde los
niños." (Moro, W. febrero 2007, página Red Nacional y Popular de
Noticias). En estas frases se recoge la incidencia de su historia de vida en el
desarrollo de su pensamiento. La vivencia con la pobreza, las estrategias de
sobrevivencia, su desarrollo entre dos mundos son, entre otros, los referentes
que van a contribuir a configurar un pensamiento complejo de la realidad, que
lo va a llevar -más tarde- a proponer su método de enseñanza.
En la ciudad donde vivió su infancia, también conoció el
dolor de perder a su padre y la entereza de una madre por ayudarlo a abrirse
espacios. Es
aquí también donde terminó la escuela primaria para -luego de cursar el primer
año de la secundaria en el colegio 14 de Julio, en la colonia San José e
ingresar becado al Colegio Oswaldo Cruz de Recife- volver más tarde como
profesor a enseñar lengua portuguesa. A los 22 años ingresó a estudiar derecho.
En el año 1944 -y antes de terminar sus estudios de
derecho- se casó con la maestra de primaria Elza María Costa Oliveira, con la
que tuvo cinco hijos. En 1947, asume el cargo de director del sector de
Educación y Cultura del SESI, órgano recién creado por la Confederación
Nacional de la Industria, del que posteriormente sería superintendente (1954-1957).
En este lugar toma contacto con la educación de adultos y los trabajadores, lo que
será un hito importante para comprender sus posteriores planteamientos. En este
contexto, Freire “sintió cuánto
necesitaban enfrentar ellos y la nación en cuestiones de educación y, más
específicamente, de la alfabetización” (Gadotti M. y Torres C.A. 2001, 15 y
16).
En el mes de agosto de 1956, fue nombrado miembro del
Consejo Consultivo de Educación de Recife y, algunos años más tarde, en 1961,
fue director de la División de Cultura y Recreación del Departamento de
Documentación y Cultura de la Alcaldía Municipal de este mismo lugar.
Sus primeras incursiones en la educación superior fueron
en el campo de la filosofía de la educación, en la Escuela de Servicio Social,
la que después sería integrada a la Universidad de Recife, allí Paulo Freire continuó
trabajando en la docencia. En el año 1959 -con 38 años- obtuvo el título de
Doctor en Filosofía e Historia de la Educación, con la tesis “Educación y
Actualidad Brasileña”, sentando las bases de su método, donde sostiene que “todo proceso educativo debe partir de la
realidad que rodea a cada individuo” (Paulo Freire, Wikipedia, consultada
el 8 de febrero, 2007). Este grado le
abrió el camino para ser nombrado maestro efectivo de Filosofía e Historia de
la Educación de la Facultad de Filosofía Ciencias y Letras, y también, junto
con su título de doctor, obtuvo el certificado de libre-docente de la Cátedra
de Historia y Filosofía de la Educación de la Escuela de Bellas Artes.
No es sino hasta el año 1958 que presentó el trabajo “La
Educación de Adultos y las Poblaciones Marginales: El Problema de los
Mocambos”, en el II Congreso Nacional de Educación de Adultos en Río de
Janeiro, donde se consolida como un educador progresista. Propuso que la
educación no debería reducirse a la mera enseñanza de letras, palabras o
frases, sino que ésta se tiene que vincular con lo cotidiano de la vida de los
alfabetizando. Estimaba que era necesario y urgente hacer un trabajo educativo
para que la gente viviera en democracia, ello significaba que no debía hacer sobre la gente, pues, esta es una mirada
verticalista y, por ende, autoritaria; tampoco para la gente, ya que ello denota asistencialismo. Como señala
Araújo (2001, 19), desarrolló una educación de adultos que propició la
colaboración, la solidaridad y la participación social y política. También
habló de educación social, en el sentido que buscaba que cada uno se
comprometiera con su proceso de incorporación a la vida pública y social.
También fue uno de los consejeros pioneros del Consejo
Estatal de Pernambuco, en 1963. En ese mismo año desarrolló su primera
experiencia educativa de grupo, en el marco de la Campaña Nacional de
Alfabetización, logrando demostrar la efectividad de su método, ya que 300
trabajadores rurales se alfabetizaron en un tiempo record de un mes y medio (Pablo
Freire. Wikipedia, consultada el 8 de febrero 2007).
En 1964 se produce el golpe militar en Brasil, situación
que dejó trunco el desarrollo de sus propuestas. Buscó refugio en Chile, donde
colaboró con el gobierno democratacristiano, presidido por Eduardo Freí.
Trabajó arduamente en el programa de educación de adultos del Instituto Chileno
para la Reforma Agraria (ICIRA). También en su estadía, en este país, escribió
el libro “La Pedagogía del Oprimido”, considerada una de sus obras más célebre.
La escritura de este libro no fue bien vista por el gobierno de la época.
Posteriormente, en Harvard, en su calidad de profesor,
colaboró con grupos de intelectuales dedicados al diseño de reformas
educativas, tanto para el sector urbano como el rural. En los años 70 se va a
vivir a Ginebra (Suiza), donde se dedica a trabajar en los programas de
educación del Consejo Mundial de las
Iglesias, sistematizando los planes de educación en países que habían logrado
su independencia política, tanto en África, Asia, Oceanía y América. (Araújo,
2001, 25).
En 1980 -tras dieciséis años de exilio- regresa a Brasil
e imparte docencia en la Universidad Estadual de Campinas y en la Pontificia
Universidad Católica de Sao Pablo. En esta ciudad fue Secretario de Educación.
En el año 1986, recibió el premio de la UNESCO “Paz y Educación” y, en su
discurso de agradecimiento señaló: “De
gente anónima, gente sufrida, gente explotada aprendí, sobre todo, que la paz
es fundamental, indispensable, pero la paz significa luchar por ella. La paz se
crea, se construye en y por la superación de realidades sociales perversas…” (Araújo,
2001, 34). Queda de manifiesto en el párrafo anterior que una de las fuentes
que inspiraron su trabajo teórico praxiológico, fue la vida cotidiana de los
más pobres, que han sufrido la esclavitud del mundo moderno, la exclusión, la
pobreza y las injusticias sociales. Para él, un mundo en paz es un mundo donde
todos sus habitantes ocupan un lugar con dignidad, Y a eso invita a los
educadores, a trabajar por la paz, pero no una paz de la sumisión, sino que, de
lucha por la igualdad, sobre todo de aquellos que se encuentran en estado de
opresión. Es por esta lucha cotidiana, orientada a construir un mundo
diferente, que señalaba que la educación es un acto político (Araújo, 2002,
21).
Freire muere en el año 1997, tras haber recibido una
veintena de títulos como Doctor “honoris causa” en universidades de diferentes
países.
En su vida fue de gran relevancia y originalidad una
comprensión propia de la educación, por ello, para comprender su teoría del
conocimiento: “debe entenderse en el
contexto en el que surgió – Nordeste de Brasileño- donde la mitad de sus 30
millones de habitantes vivía en la cultura del silencio” (Gadotti, M. 2001,
51). Por ello, tampoco hay que dejar
de lado su historia y los distintos acontecimientos sociopolíticos e
intelectuales de la época, los que vivió intensamente. En este sentido, la
Educación para él tiene un carácter eminentemente social, educar, como ya se mencionó,
es un acto político, que parte de lo cotidiano, del saber popular, para
transformar a la persona desde lo que es, sus sueños, anhelos, creencias y
valores. Lo que busca es la libertad de conciencia del ser humano, para que, en
primer lugar, lo libere y él, luego, pueda ayudar a liberarse a otros para
crear una sociedad distinta, más fraterna, justa y más humana. Su pensamiento fue
catalogado de progresista para una sociedad altamente elitista y
conservadora.
Como señala Gadotti y Torres, (2001) a Paulo Freire no
le gustaba que le pusieran rótulos a su pedagogía, pero desde que señaló la
tesis de que existía una educación como práctica de la libertad, según estos
autores, se podría decir que existe una pedagogía dogmática que se caracterizó
por la falta de flexibilidad, de dialéctica de y problematización. Su obra, “La
pedagogía del oprimido” se ubica dentro de lo que es el movimiento de la
pedagogía crítica, radical o revolucionaria, nombres que adquieren según los
contextos.
Es menester señalar que es imposible comprender el
pensamiento pedagógico de Paulo Freire en forma descontextualizado de un
proyecto social y político. Cada uno de sus escritos está orientado en esa
perspectiva. Además de valorar el conocimiento científico, tenía un profundo
reconocimiento por el saber cotidiano, trataba de rescatar el día a día de las
personas y las comunidades y lo vinculaba con los acontecimientos globales, ya
que para él lo cotidiano, lo local y lo global estaban estrechamente
vinculados. Como expresa Gadotti, Paulo Freire sostenía “que el alumno no registra por separado las significaciones instructivas de las
significaciones educativas y cotidianas. Al incorporar el conocimiento él o ella
incorporan otras significaciones tales como cómo conocer, cómo se produce y
cómo se utiliza la sociedad el conocimiento… en fin el saber cotidiano de su
grupo social” (Gadotti, consultado en internet, el 7 febrero 2007, 2).
Otro aporte que este autor realizó fue su noción de
calidad de la educación, al respecto, señala que difiere del concepto de
calidad que impulsa el modelo de desarrollo neoliberal, la cual está vinculada
con la competitividad. En cambio, para Freire, la calidad de la educación está asociada
a que todos tengan acceso al conocimiento y a relaciones sociales más humanas.
El currículo también formó parte de sus preocupaciones,
para él conceptos como transdisciplinariedad, transcurricularidad e
interculturalidad eran parte constitutiva del currículo. En el acto pedagógico
debían concurrir variadas ciencias, por lo que trabaja “de forma simultánea con varias perspectivas teóricas: la del militante
político, la del filósofo de la liberación, la del científico, la del
intelectual, la del revolucionario, etc.” (Gadotti, consultado en Internet
el 7 de febrero, 2007,3).
b) El método de
Paulo Freire:
Fue su estadía en Chile la que le permitió probar en
otros contextos su método, para luego sistematizarlo. Éste no puede ser
entendido sino es en el marco de su epistemología, de no ser así se cae en el
riesgo de reducirlo a una mera metodología.
El “Método Paulo Freire”, “se basa en las ciencias de la educación, principalmente en la
psicología y la sociología; tuvo capital importancia la metodología de las
ciencias sociales. Su teoría de la codificación y de la descodificación de las
palabras y los temas generadores (interdisciplinariedad), avanzó paso a paso
con el desarrollo de la investigación participante” (Gadotti, 2001, 60).
Incorpora el método dialéctico “de
pensar, sin separar teoría y práctica, como hacían los positivistas clásicos.
En su obra teoría y práctica forman un todo, guiado por el principio de
relación entre el conocimiento y el conocedor, que constituye por lo tanto una
teoría del conocimiento y una antropología, en las que el saber tiene un papel
emancipador” (Gadotti, 2001,65).
También se observan, en el desarrollo de su pensamiento,
las teorías de la comunicación.
Gadotti organiza el método de Paulo Freire en tres
momentos relacionados dialéctica
e interdisciplinariamente:
1) La
investigación temática: en esta primera fase, tanto el
educando como el educador buscaban las palabras y temas claves en la historia
de vida del sujeto. En este primer momento Paulo Freire pretendía descubrir “el universo vocabular”, (Gadotti,
consultado en Internet el 7 de febrero, 2007,5). Una vez identificadas las
palabras generadoras se seleccionaban en virtud de la riqueza silábica, del valor fonético y de su
significado personal y social para el educando. Una vez finalizado este paso,
se ubicaban en un orden creciente de menor a mayor según la dificultad
fonéticas, para ser leídas dentro de un contexto más amplio, local y nacional
(Araújo, 2001). La identificación de esas palabras claves se lograba a través
de encuentros formales, conviviendo con ellos, sintiendo sus preocupaciones y
captando algunos elementos de su cultura.
La condición es que estas
palabras tienen que ser ricas fonéticamente
2) La tematización: aquí tanto el educador como el educando codifican y decodifican las
palabras identificadas en el paso anterior. Ambos buscaban el significado
social y, de este modo, se intencionaba que tomaran conciencia del mundo vivido. Ello permitía descubrir nuevos temas.
Este, además, era el momento en que se elaboraban las fichas para descomponer
las palabras en familias fonéticas, ayudando el docente al alumno en su lectura
y escritura.
3) La
problematización: se buscaba superar la visión mágica
de la realidad por otra crítica, intencionando la transformación del contexto
vivenciado. Se enfatizaba, en este momento, el análisis de los elementos que
inciden en el tránsito entre lo concreto y lo abstracto, y de lo abstracto a lo
concreto, regresando a lo concreto para problematizarlo; esto ayudaba
finalmente a la toma de conciencia de su condición de sujeto oprimido. En este
tránsito dialéctico, la realidad opresiva aparecía como posible de superar.
Para Freire una educación para la liberación debía
necesariamente orientarse hacia una praxis transformadora, camino a través del
cual también se lograba la concientización.
El trabajo con los alfabetizando se desarrollaba en los
llamados “círculos de cultura”, en ellos iban codificando y decodificando, por
medio del diálogo, los temas que proponía el coordinador. Estas discusiones contribuyeron
a que los educando fueran aprendiendo a leer y escribir, también a profundizar
y cuestionar su propia lectura del mundo y del entorno. El uso de preguntas
provocadoras de la reflexión sobre la razón de ser de las situaciones y de las
cosas, era otro de los dispositivos importantes de este método.
Gadotti, hace una relectura del Método de Paulo Freire e
intenta actualizarlo en cuatro etapas que se indican a continuación:
1.
Releer el mundo. Aquí señala que una de las cosas
esenciales para Paulo Freire era la relectura del mundo, la curiosidad es la
precondición del conocimiento, es el aprendiz el que conoce palabras
generadoras, codificación decodificación, que le permiten develar el mundo.
2. Compartir la lectura del mundo leído. Es necesario compartir la lectura que cada uno
posee del mundo. La perspectiva personal también va a depender de la
perspectiva del otro, de la comunicación, lo esencial es el diálogo que nace
dialécticamente del diálogo-conflicto. La confrontación de perspectivas es
necesaria para poder llegar a una verdad
común. Lo que diría Habermas
sería que es necesario poner a dialogar las subjetividades para lograr
consensos intersubjetivos. Para Freire
el diálogo, no es sólo una estrategia pedagógica, sino que es criterio de
verdad.
3. La educación como acto de producción y
de reconstrucción del saber. El conocimiento no es
mera acumulación de información, sino que se trata de cambiar nuestras
actitudes, aprender a pensar y no sólo repetir contenidos del saber llamado
universal. Como este mismo autor indica “Conocer
es establecer relaciones, decía Piaget, y Paulo Freire agregaba: saber es crear
vínculos”. (Gadotti, consultado en
Internet, el 7 de febrero 2007, 5).
Paulo Freire, como señala Gadotti, fue combatido por los contenidistas iluministas,
ya que éstos no pudieron comprender que la forma es el contenido. Desde la
perspectiva de Paulo Freire, saber en educación es cambiar la forma, es crear
una nueva forma, es formarse. No es, como ya se ha mencionado, aprender un
conjunto de conocimientos, sino que está explícita en su noción de saber la
idea persistente del cambio, en este sentido para él educarse es formarse. Esta
idea no ha sido fácilmente aceptada, pues, sólo fue hace muy poco que los
llamados pedagogistas lograron
asimilar esta mirada de la educación. Desde la UNESCO se discutió sobre la
educación del futuro, en el contexto de la educación permanente que se recoge
en el informe de Jacques Delors,
el cual se inspira en lo que él llama los cuatro pilares de la educación del
futuro, que son: aprender a aprender, que implica el desarrollo de la capacidad
de los seres humanos de estar en permanente aprendizaje a lo largo de la vida,
en otras palabras en permanente búsqueda; aprender a hacer, se refiere a adquirir una competencia que
permita hacer frente a numerosas situaciones, algunas imprevisibles, pero en
palabras de Freire, no sería un hacer mecanicista, sino que reflexivo y
emancipador; aprender a vivir juntos,
necesariamente se necesita profundizar en el conocimiento mutuo para compartir
los retos del futuro; aprender
a ser, es decir, desarrollar un juicio
crítico ante las diversas oportunidades y desafíos que se presentan.
Continua Gadotti, señalando que Paulo Freire agregaría uno más que es:
“aprender por qué y para qué”, sobre todo porque detrás de estas preguntas
estaba su mirada de la educación, intrínsecamente relacionada con la cultura.
Para él los sectores populares deben comprender que son hacedores de cultura y
que, por lo tanto, no están predeterminados por designios divinos, sino que por
un contexto político, ideológico y económico que los excluye.
4. La educación como práctica de la
libertad. Que
implica liberación de los seres humanos, en palabras de Paulo Freire, de los
oprimidos, lo que equivale a tomar conciencia sobre la propia existencia, para
volver a ella de una manera no alienada, donde no sólo se busca que el hombre
aprenda a ser libre, sino que sea libre.
A través
del método de Paulo Freire no sólo se busca que las personas aprender a leer y
escribir. Si sólo fuera eso, sería despojar la pedagogía de sentido y de trascendencia
humana, de la posibilidad de que las personas logren un desarrollo más
integral.
Para Gadotti,
hasta aquí el constructivismo de Piaget y Paulo Freire estarían coincidiendo,
sin embargo, se diferencian en que para el segundo su constructivismo crítico,
además de recoger los postulados generales, se sustentaba en la politicidad del
conocimiento. Para él, la educación no era sólo ciencia, sino que también arte
y praxis. Es un movimiento dialéctico entre reflexión y acción, ya que “no piensa pensamientos. Piensa la realidad
y la acción sobre ella” (Gadotti, 2001,58), así, el aprendizaje es concienciación
y proyecto. Y, como continúa señalando, la educación al ser proyecto hoy más
que nunca necesita reinstalar “La esperanza”, sobre todo para enfrentar las
dificultades y el desaliento que se ha apoderado de muchos educadores, en estos
tiempos marcados por la globalización neoliberal.
El método de Pablo Freire, es el método de la
cultura popular, que busca concienciar y politizar, en un sentido amplio, de
tomar conciencia de sí mismo en el mundo, develando los conformismos y las
explicaciones religiosas. La conciencia
es entendida aquí como "conciencia del mundo: el mundo y la conciencia, juntos, como
conciencia del mundo, se constituyen dialécticamente en un mismo movimiento, en
una misma historia. En otras palabras: objetivar el mundo es historizarlo, humanizarlo.
Entonces, el mundo de la conciencia no es creación, sino elaboración humana.
Ese mundo no se constituye en la contemplación sino en el trabajo".
Su
método es de características complejas ya que recibe influencias de diversos
campos del saber y se sustenta epistemológicamente en la teoría crítica. Desde
aquí reconoce que el ser humano está en interacción permanente con el mundo y
es, en sí mismo, praxis. No reconocer esta característica implicaría desconocer
la naturaleza ontológica del ser humano, ya que se es y se está en permanente
transformación del mundo, y en una relación dialéctica, que también incluye la
propia transformación. Transformamos y somos transformados.
Ahora
bien, lo importante es que Pablo Freire propone un método y un norte hacia
donde deben transitar los cambios para construir un mundo más humano. Su
propuesta epistemológica no son sólo declaraciones de principios, se sustenta en
una práctica que necesariamente implica tomar una opción de vida, marcada por
la liberación de los sectores oprimidos de la sociedad.
Es
necesario dejar claro que la metodología de Pablo Freire se conjuga en la
relación dialéctica teoría y práctica, que emerge de esta última, para volver a
ella, una vez que se ha producido la reflexión y poder transformar de/en esa
realidad. Se puede señalar que es una metodología que posee características de
ser situacional/estratégica, en la perspectiva que se debe actuar sobre
situaciones específicas, en escenarios históricos, que no pueden ser
considerados en forma rígida, sino que tienen que ser significado por los seres
humanos que, a su vez, son capaces de conocer y de transformar su realidad. Se
considera estratégica ya que, como reconoce Paulo Freire, acude a diversos
campos del saber para abordar los dilemas y desafíos que implica la práctica
educativa.
Las
principales variables que orientan la metodología Freiriana, como se señala en
la siguiente cita, son aquellas que “sirven
de coordenadas al proceso educativo como acto político y como acto de conocimiento;
éstas son: la capacidad creativa y transformadora del hombre; la capacidad de
asombro, que cualquier persona tiene, sin importar la posición que ocupe en la
estructura social; la naturaleza social del acto de conocimiento y la dimensión
histórica de éste”.
Finalmente, recordemos aquí que García y Hernández
sintetizan en seis puntos el método de Paulo Freire, que se indican a
continuación:
“1) Observación
participante de los educadores, "sintonizándose" con el universo
verbal del pueblo,
2) Búsqueda de las
"palabras generadoras" buscando la riqueza silábica y su sentido
vivencial,
3) Codificación de las
palabras en imágenes visuales que estimulen el tránsito de la cultura del
silencio a la conciencia cultural,
4) Problematización
del escenario cultural concreto,
5) Problematización de
las palabras generadoras a través de un diálogo del "círculo de
cultura",
6) Recodificación
crítica y creativa para que los participantes se asuman como sujetos de su
propio destino”.
c) Algunas consideraciones del método
Paulo Freire:
Para
Araújo Freire, Ana M. (2001), tanto la eficacia como la validez del método
radica en que este parte de la realidad del alfabetizando, de aquello que le es
conocido, familiar, que recoge las experiencias de su vida cotidiana y el valor
pragmático de las cosas, respetando el saber que otorga el sentido común. Es sólo
a partir de estas valoraciones que Paulo Freire propone la superación de los
sujetos.
Esta misma
autora señala que “obedece las normas
metodológicas y lingüísticas” (Araújo, 2001,23). Sin embargo, su intención
va mucho más allá, ya que busca que las personas, aparte de aproximarse a los
códigos de lecto-escritura logren politizarse, adquiriendo una visión total del
mundo y del lenguaje. En concordancia con lo anterior, para Araujo (2001), el
método rechaza la mera repetición “enajenante” de palabras, propone leer el
mundo”, “leer la palabra”, que, para Paulo Freire, ambos aspectos son
inseparables.
Además, el
trabajo de Paulo Freire no se puede reducir sólo al método, sino que es mucho
más amplio, su comprensión de la educación tiene como trasfondo una
preocupación por la vida en sociedad del ser humano. ¿Cómo hacer la vida más
justa e igualitaria para todos?, es la pregunta que este autor intenta responder.
En esta perspectiva, esta propuesta se presenta con un profundo sentido
político.
En suma,
es una propuesta revolucionaria en el sentido que propone cambios acompañados
de un camino para lograrlos, que no persigue la confrontación, ni tampoco un
cambio en los roles entre opresor y oprimido, sino que, como señala Araújo
(2001), busca reinventar una sociedad, donde no existan relaciones
autoritarias, exclusión o prohibición del acceso del conocimiento de algunos
sectores de la sociedad sobre otros, cuya fuente principal de acceso es a
través de la alfabetización.
d) La relación del pensamiento de Pablo
Freire con el de otros autores vinculados a temas pedagógicos:
Gadotti
elabora una interesante simetría entre el pensamiento pedagógico de Paulo Freire
y el de otros autores contemporáneos. Es así como parte señalando que Pichón-Riviére
-psicólogo nacido en Ginebra, que más tarde se fue a vivir al Chaco argentino-
y Paulo Freire tendrían un punto en común, en cuanto ambos “buscan la transformación a través de la conciencia crítica”
(Gadotti, 2001,70). También hace un paralelo con Theodore Brameld -educador
estadounidense- con el que también tendría algunos elementos similares en el
enfoque. Con Brameld coinciden en, a los menos, tres puntos: a) la importancia
del diálogo entre el educador y el educando, b) en el sentido político de la educación
y c) en considerar la importancia social de adquirir conocimientos, para la
transformación individual y colectivo.
Otro de
los autores con el que es comparado su pensamiento es Enrique Dussel, teórico
de la filosofía de la liberación que, siguiendo el trabajo sobre este autor que
ha realizado Pedro Boufleuer, Profesor de la Universidad de Ijuí (citado en
Gadotti, 2001 pág.70), señala que ambos denunciaron, a través de su quehacer,
la deshumanización social conjuntamente, con un mensaje más esperanzador de
libertad y dignidad de las personas. Tanto para Freire como para Dussel, en
este proceso de liberación deben participar activamente los oprimidos, invitan
a que, tanto los educadores como los líderes, asuman una actitud dialogante con
los educandos y con el pueblo en general, ya que de esta manera la relación pedagógica
se desarrolla dialécticamente.
Gadotti
también señala que otros autores comparan el pensamiento de Paulo Freire con
Januz Korczak (1878-1942), educador polaco que murió con doscientos alumnos en
una cámara de gas nazi, por lo que se reconoce una actitud pedagógica
fundamentada en el “amor, autogestión y en una práctica antiautoritaria”. Por su parte, Bogdan Suchodolski (1907-1942)
reconoció su admiración por este autor latinoamericano, incluso lo llamó el
“último humanista” del siglo XX.
En 1979,
cuando le estaban entregando el grado de doctor honoris causa en Ciencias de la Educación, en la Universidad de
Ginebra, fue comparado con Edouard Claparède, quien fundó el Instituto Jacques
Rousseau de Ciencias de la Educación y con Pierre Bovet. En los tres pensadores
se acepta que, en la elaboración de su pensamiento, hay un reconocimiento del
papel político que juega la educación para la paz. Con el educador francés
Cèlestín Freinet (1886-1966), las similitudes se encuentran en la creencia que
ambos poseen sobre “la capacidad del
alumno para organizar su propio aprendizaje”, también en la preocupación de
ambos por la educación de los sectores populares y en el uso de métodos
similares que denominaron con distinto nombre: Freinet lo llamó “texto libre” y
Freire “método global de alfabetización”. (Gadotti, 2001, 70).
También
Gadotti indica que existirían muchos puntos de encuentro con el pensamiento
pedagógico de Carl Rogers (1912-1987), sobre todo en el principio de no
directividad de la enseñanza, “la
libertad de expresión individual” (2001, 72), la creencia que las personas
pueden resolver las dificultades por sí mismas y que, además, estarían
motivados para ello. Lo anterior implica reconocer que el sujeto es responsable
de su proceso educativo, por lo tanto, la educación debe estar centrada en el
estudiante y no en el educador o en el proceso de enseñanza. También coinciden
en su crítica al aula y a los sistemas de evaluación centrados en la
adquisición de conocimientos, dejando fuera una visión más holística, que
considere a la persona con sus emociones
y sentimientos.
Jesús
Palacios, en su libro “La Cuestión
Escolar” (pp.519 -592) (Citado en
Gadotti, 2001, pág.72), busca acercar
el pensamiento de Paulo Freire con el de Iván Illich y Everett Remier (autor de
“La escuela ha muerto”) para situarlos como representantes de la nueva
pedagogía de América Latina y del tercer mundo. Observa en estos autores un
intento por superar la relación conflictiva entre escuela tradicional y escuela
nueva, ubicándose con el desarrollo de sus planteamientos en una tercer vía más
integradora. En esta misma línea se encontraría Krupskaia, educadora soviética,
que, al igual que Freire, denunciaban a la escuela defensora de una educación
“necrófila”, neutral y burocrática, con la firme intención de crear una escuela
que el autor llama biófila, que forma para la vida y cuyo sustento de cambio lo
constituye una praxis transformadora que incluye, no sólo a la escuela, sino
que también a la sociedad en su conjunto.
Se
reconoce también que en el pensamiento de Paulo Freire hay una influencia de J.
Dewey, sobre todo la relevancia que ambos le otorgaban al conocimiento de la
comunidad, proceso que debe ser realizado por los educandos y acompañado por
los maestros. Recoge también “la idea de
“aprender haciendo”, el trabajo
cooperativo, la relación entre teoría y práctica, el método de iniciar el
trabajo educativo con el habla (lenguaje) de los alumnos” (Gadotti,
2002,72). Sin embargo, para Freire, la educación tiene una finalidad y sentido
político, orientado al cambio y transformación social. La gran diferencia entre
el pensamiento de Dewey y Freire se refiere a que, para el primero, la idea de
cultura no incluye la problemática social, étnica o racial como señala Gadotti
(pág.72); en cambio, para el segundo, ésta tiene un carácter antropológico,
pues, ubica la acción educativa desde la cultura de los educandos.
Analizando
comparativamente el pensamiento de Pablo Freire con Vygostsky (1896-1934), Vera
John-Steiner demuestra la semejanza entre el pensamiento de ambos autores,
específicamente al rescatar la “perspectiva
interaccionista del proceso de alfabetización” (Citado en Gadotti,
2001,73). Vygostsky comprobó in situ “que
quienes habían participado en el proceso transformador de la revolución, tenían
muchas preguntas” (Gadotti, 2001, 74),
observó también que en estas comunidades se produce un cambio sociolingüístico
toda vez que, a diferencia de quienes no se habían involucrado en estos tipos
de experiencias, presentaban mayores dificultades para plantearse desde una
perspectiva crítica, incluso no sintiéndose capaces de formular preguntas
elementales. Con esta comparación lo que descubre es que quienes participan más
activamente son aquellas personas que se dan cuenta que pueden cambiar su
realidad y que no están aislados, lo que expresan a nivel del lenguaje oral y
más tarde en el escrito. Este hallazgo le permitió afirmar la importancia del
lenguaje oral en el éxito o fracaso de los procesos de alfabetización. Plantea
en el desarrollo de su teoría que existe un proceso interno del que depende la
producción de palabras escritas, señala que “la
fuente mental de recursos de la escritura es el “discurso interno” que
evoluciona a partir del discurso egocéntrico de los niños” (Gadotti,
2001,74). El lenguaje para Vygostsky es muy importante para el desarrollo
cognitivo porque es a través de éste que tanto los niños como los adultos
sistematizan y expresan sus ideas (Gadotti, 2001). Agrega que el lenguaje
se enriquece con la edad y con la
experiencia, puesto que existe una influencia social e histórica, donde influye
la experiencia individual y colectiva. Lo anterior reafirma la idea que es posible aprender a lo
largo de toda la vida.
Freire y
Vygostsky coinciden en la relación que existe entre los cambios sociales y educativos.
Sin embargo, cada uno pone el énfasis en aspectos distintos, aunque
complementarios. Paulo Freire “se
concentra en el desarrollo de estrategias pedagógicas y el análisis del
lenguaje” (Gadotti, 2001,75), en cambio, la preocupación de Vygostsky estaba
en el plano psicológico. Si bien ambos autores vivieron en momentos históricos
diferentes, coincidieron en la importancia del desarrollo del lenguaje como un
mecanismo para la conquista de la historia (Gadotti, 2001).
Sería un
trabajo casi infinito continuar comparando el pensamiento de Paulo Freire con
otros autores, sin embargo, es menester tomar la síntesis que realiza Gadotti,
cuando señala que serían tres las corrientes filosóficas que marcaron “sucesivamente la obra de Paulo Freire: el
existencialismo, la fenomenología y el marxismo” (2001,86). Agrega que, a
lo largo de toda su obra, va analizando las consecuencias políticas, sociales y
pedagógicas que se dan en el seno de la trama educativa: es así como en los
años cincuenta y sesenta habla de opresor- oprimido; entre los sesenta y
setenta de opresión de clase; y, entre los ochenta y noventa, de opresión de
género y raza. En todas ellas se manifiesta la dialéctica hegeliana del amo y
esclavo. Sin embargo, está mirada no descansa en la linealidad que representa
la relación causa-efecto, sino que se comprende dinámicamente, por lo tanto, el
cambio va a ocurrir en la medida que quienes se encuentren en situación de
oprimidos, tomen conciencia de ello y generen acciones de transformación.
e) Paulo Freire contemporáneo:
En sus
últimos libros Paulo Freire reflexiona sobre los desafíos de la educación en
escenarios sociales, tecnológicos y multiculturales. En su relectura del mundo,
no veía con buenos ojos algunas de las transformaciones que estaban sucediendo
a finales del siglo XX. Entre sus preocupaciones estaba la instalación de un
modelo económico capitalista, de las comunicaciones y de la cultura, que se
había logrado expandir a nivel planetario a través de la llamada globalización.
También le preocupaba el rebrote de grupos nacionalistas, la presencia del
racismo, la violencia y, sobre todo, un fuerte énfasis individualista (Gadotti
2001). Frente a este análisis se preguntaba por el tipo de educación que iban a
necesitar los hombres y mujeres. Para él, la educación debería ocuparse de
temas como la diversidad, que implica “una
nueva ética de la diversidad y de una cultura de la diversidad” (Gadotti,
2001,85).
Freire se
ve enfrentado ante un mundo complejo, incierto y abierto, donde los caminos a seguir
no están claramente delineados. Para algunos, es un mundo en riesgo -que por
cierto lo está-, para otros, en cambio, se abre a la diversidad, a una
multiplicidad de posibilidades inimaginables en otros tiempos. El mundo está
cambiando, el riesgo y la oportunidad están presentes, forman parte de la
relación dialéctica que, tanto en la teoría del caos y el pensamiento de Paulo
Freire, está presente. Se tiene que aprender a vivir en la dinámica que se
produce entre el orden y desorden, que provoca un nuevo orden.
El mundo
futuro de Pablo Freire es el de la diversidad, de la multiculturalidad, por lo
que él, según Gadotti, destaca dos dimensiones:
1) La interdisciplinariedad: aquí explica que la complejidad
social ya no resiste miradas lineales, parceladas, fragmentadas, sino que se
necesita de la diversidad de lecturas que ayuden a comprenderla y a actuar en
ella. Es necesario producir la articulación entre el saber, el conocimiento, la
vivencia, la escuela, la comunidad, entre otros aspectos (Gadotti, 2001, 86).
2) La dimensión internacional y solidaria: aquí propone que la escuela y,
principalmente, los maestros deben “comprometer” a los estudiantes a vivir en
la diferencia, con respeto y en la solidaridad, por lo tanto, se debe preparar
al “ciudadano” para vivir en lo global, sin perder de vista lo local, su
cultura particular.
Lo
anterior, desafía a repensar el rol de la escuela y de los maestros. Para un
mundo en cambio, se necesitan maestros flexibles que acepten la diversidad, que
orienten a las nuevas generaciones hacia una cultura de la paz, del rescate de
la individualidad y de la colectividad, que integren la tecnología como una
posibilidad de interacción con un mundo diverso y complejo.
A la
educación (formal, no formal e informal) le corresponde abrirse al cambio,
transitar desde ser transmisora de conocimiento de la cultura dominante hacia
el desarrollo de la creatividad humana, que permita -como espacio privilegiado
y aún valorado- abrirse al mundo, impulsando a que éste la cambie desde su
esencia. Se requiere una educación que se anticipe a los cambios, que sea capaz
de ir un paso más adelante, para ello es importante que se abra principalmente
a la innovación y a la creatividad. En este sentido, es importante reconsiderar
el currículum, el que debe dejar de ser instruccional, para pasar a otro
humanizante y multicultural, capaz de recoger la cultura de los estudiantes, en
palabras de Freire, la cultura popular, pero también la cultura que se está
generando a nivel planetario. El ser humano debe aprender a vivir en la
dualidad, entre dos mundos, el global y el cotidiano.
Aunque
Paulo Freire falleció en el año 1997, no estuvieron ausentes de sus
preocupaciones las problemáticas del futuro, sobre todo cuando señalaba que era
necesario que la educación se centrara en educar para vivir en la diversidad,
con lo que se estaba refiriendo, entre otros, a que era fundamental asumir
curricularmente la multiculturalidad.
Si
comparamos los planteamientos teóricos de Paulo Freire con la Teoría de la Complejidad,
es posible encontrar algunos puntos de encuentro, uno de ellos es asumir los
escenarios educativos desde la complejidad, a decir de otro modo, con la
incidencia de un conjunto de variables que se ubican desde un espacio
específico, como es la escuela y que inciden en la forma como se educan a las
nuevas generaciones.
Otro
aspecto importante que recoge la obra de Paulo Freire es el reconocimiento del
tema de género, si bien en la forma de escribir siempre utilizó el concepto de
“hombre” -para referirse tanto a hombres como a las mujeres- reconoce que no es
una forma adecuada puesto que los hombres no se sienten incluidos cuando los
discursos se refirieren sólo a las mujeres. De estas reflexiones incorpora la
temática de género en sus últimos escritos, fundamentalmente en “Cartas a Cristina”.
El tema de
la ciudadanía fue también un ámbito que reflexionó. Definió que el ciudadano
era aquel “individuo en el gozo de los
derechos civiles y políticos de un Estado y ciudadanía tiene que ver con la
condición de ciudadano” (Gadotti, 2001, 90). En esta perspectiva,
comprendía la alfabetización como formadora de la ciudadanía. Este tema lo
abordó en su libro “Política y Educación”.
En la
trayectoria de sus obras es posible constatar la presencia de la problemática
social relacionada intrínsecamente con la educación, como un todo imposible de
separar, al igual como concibe la relación del conocimiento y la práctica
educativa.
El
pensamiento epistemológico de Pablo Freire, si bien se ubica desde la teoría
crítica, según lo señalado por el chileno Larraín (2005), difiere de la línea
tradicional impulsada por la Escuela Crítica de Frankfurt que parte de la
racionalidad de Weber, sigue con la primera generación de la Escuela Crítica y
continúa con la segunda cuyo representante más reconocido es Jürgen Habermas.
En cambio, el pensamiento crítico de Freire tiene sus orígenes en el
Cristianismo Católico Latinoamericano -que recibe las influencias de las
adecuaciones del Concilio Vaticano II-, de la sociología, en particular la
Teoría de Dependencia y, finalmente, en la Teología de la Liberación. Sostiene
este autor, además, que aún no se ha logrado la convergencia entre ambas
posturas, aunque es posible identificar algunos puntos comunes.
En
síntesis, la fuerza de la epistemología de Pablo Freire radica en su postura crítica,
dialéctica y praxeológica de la educación, vinculada estrechamente con la
búsqueda de la transformación de la vida en sociedad, en especial de los
sectores sociales que históricamente han sido oprimidos y vulnerados en sus
derechos. Propone a través de su método de alfabetización la toma de conciencia
de los sujetos sobre su situación, develando la conciencia mágica que involucra
tanto a opresores como a oprimidos.
III. Fortalezas
epistemológicas del conocimiento educativo bajo la teoría de
Pablo Freire?:
Para analizar las fortalezas de la
epistemología en la obra de Paulo Freire aplicada a la educación, se usará como
referencia la estructura y algunos de los puntos desarrollados por el Profesor
Colom, en su texto Teoría del Caos y Educación (Acerca de la
reconceptualización del saber educativo).
1) La
Alfabetización, como proceso de Liberación de las Personas: Para ello,
propone un método que considera tres momentos, secuenciales e interrelacionados
entre sí. El primero es muy importante, ya que es necesario que el educador
observe la cultura de los educandos y el vocabulario que éstos utilizan para
poder definir, en conjunto con ellos, las palabras más complejas y
significativas de su universo, que serán la base para orientar el proceso de
lecto escritura. A partir de lo anterior, se codifican y decodifican, (segundo
paso), trabajando dialécticamente entre lo abstracto y lo concreto, permitiendo
“al alfabetizando integrar la
significación de las respectivas palabras generadoras en su contexto
existencial” (Fiori, Ernani María, 2005,15). Se busca que el estudiante
tome conciencia de su situación, es decir, de su condición de analfabeto y de
su ubicación en la estructura social como tal. Con este proceso de
“concientización” lo que persigue Freire es que el educando movilice
estrategias para superar su situación, orientándolo hacia una praxis
transformadora.
Retomar el pensamiento de Paulo Freire se
constituye en un gran desafío, ya que implica repensar el sentido de la escuela
del siglo XXI, cuya finalidad sería educar para la libertad, no para el
individualismo, ya que nadie se libera a si mismo sino se libera en comunidad.
La comunidad que es capaz de pensarse, de soñar y de crear su propio destino,
tiene mayores posibilidades de transformar su realidad. Apuesta a la
transformación de las personas y sus entornos inmediatos, y, desde allí,
incidir en el cambio de estructuras de la sociedad. En todo este proceso la
educación formal y no formal juegan un rol central.
2) La
Relación dinámica de mutua influencia entre Educación y Sociedad: Y, más
específicamente, entre educación y política. Para él, educar es un acto
político. Implica reconocer y valorar el poder
de los otros y el propio, todos somos sujetos de poder, que lo ejercemos en
distintas direcciones y con diversos grados de influencia. Entonces,
reconocerse como sujeto de poder, es un acto político e implica el
empoderamiento de las personas, el cual se puede lograr a través de la
educación y para lo cual estaría llamada.
3) La necesidad
de una mirada interdisciplinaria: Para comprender la complejidad por la
que atraviesa el fenómeno educativo. Es necesario acudir a las ciencias de la
educación en búsqueda de aportes que dinamicen, no sólo la comprensión de las
diversas problemáticas que están presente en la acción educativa, sino que
también para diseñar y orientar estrategias adecuadas que permita abordar e
integrar, como parte del proceso educativo, los diversos problemas que se
interrelacionan con la educación. Usando el lenguaje de Paulo Freire, los
problemas sociales, como la droga y la violencia, para ser comprendidos
complejamente, se necesitaría acudir a la sociología, la psicología, la
antropología, entre otros campos del saber. También, desde su lenguaje, se les
consideraría, a estos problemas, opresores de los sujetos, por lo tanto, sería
necesario y urgente que las personas involucradas tomaran conciencia de su
situación para liberar sus conciencias de la dominación. En este sentido, sería
necesario que reflexionaran y reconocieran quién(es) ejercen la opresión y cómo
es posible liberarse de ella, para poder diseñar estrategias que ofrezcan la
posibilidad de que, no sólo se lucha en contra de una sustancia o
comportamiento específico, sino que también de un sistema que favorece la
presencia de la violencia en la vida cotidiana. Si se abordan estos problemas
desde esta perspectiva, la posibilidad de cambio podría ser mucho más efectiva
que si se utilizan medidas verticalistas o asistencialistas. Las primeras, lo
único que harían sería reforzar posturas autoritarias y, las segundas, denotarían
una desvalorización de las potencialidades y capacidades de los sujetos para
superar su situación. A diferencia de la corriente epistemológica de Paulo
Freire, que persigue el desarrollo de una educación que reconozca el valor de
las personas para incidir en su realidad mediata e inmediata, para actuar
solidaria y colaborativamente, propiciando la participación social y política,
donde cada sujeto, libremente, se incorpore a la vida pública.
3) Una
educación que busca ir más allá de un aprendizaje de palabras: Detrás de su
método de alfabetización está la intencionalidad de transformación del ser
humano y, por ende, de las relaciones de convivencia social, de allí que para
él no era suficiente que las personas aprendieran a leer y escribir, ya que
rechaza la mera repetición “enajenante”. Lo importante era que se formaran
conscientemente, que aprendieran a pensar sobre la propia existencia y la de la
humanidad desde su entorno más inmediato, para buscar estrategias de cambio y
transformación. A través del aprendizaje de la lectura y de la escritura se
intenciona pasar desde una cultura del silencio hacia una conciencia cultural,
como ya se había mencionado anteriormente.
4) La
educación, obligada a asumir una mirada antropológica cultural: Que
contribuya a rescatar e integrar en el proceso educativo, la cultura de los
estudiantes, reconociendo su diversidad y heterogeneidad. Sin embargo, las
transformaciones del contexto le exigen también asumir los escenarios globales.
La educación en el siglo XXI está llamada a integrar la dualidad, por una parte,
la vida cotidiana y, por otra, la amplitud que otorga el mundo globalizado. Lo
globalizado y lo local tenderán, en el proceso educativo, a estar intrínsecamente
relacionados. La educación tendrá que potenciar y/o desarrollar competencias
para vivir en un mundo global, valorando e integrando, a su vez, las
identidades locales que contextualizan y dinamizan los procesos de aprendizaje.
Es decir, asumir la dimensión internacional, sin perder de vista lo local, como
señalaba Paulo Freire.
5) La pedagogía de inicios del siglo XXI
deberá estar orientada a solucionar problemas concretos que se presenten en el
quehacer educativo cotidiano: En este sentido, la mirada dialéctica que
aporta Paulo Freire contribuye a articular la relación teoría-práctica,
superando la mirada dicotómica del método científico y de las ciencias naturales.
Desde su epistemología, la relación entre conocimiento y acción queda resuelta,
ya que reconoce que la acción produce conocimiento que nutre la teoría y, a su
vez, la teoría contribuye a mejorar la práctica educativa. Desde esta
perspectiva, la teoría sólo tiene sentido si está orientada a producir una
práctica educativa.
6)
Crítica de Paulo Freire al modelo de educación
tradicional: Señalaba Freire que el método tradicional de educar era de
carácter narrativo, discursivo, disertador, que intencionaba un tipo de
relación pasiva del educando, ya que lo consideraban como depositario del
conocimiento y del saber que posee y maneja el educador. A este tipo de educación
es lo que Freire denomina “Educación Bancaria”, cuyo énfasis estaba en el “acto de depositar, de transferir, de
transmitir valores y conocimientos” (Freire. 2005, 79). Frente a este
modelo, propuso como alternativa un espacio vivo que buscara ser conciliador y
superara la dicotomía educador-educando, de tal manera que se reconozca que
todos se educan entre sí. Desde esta teoría, se reconoce que en el espacio
escolar todos son considerados educadores, independientemente del lugar que
cada uno ocupe en la escala jerárquica.
7) Algunas consideraciones de Paulo Freire
sobre el currículum: Es otro de los puntos que bien merece ser analizado
desde esta perspectiva epistemológica. Este debe recoger e integrar la cultura
popular de los educandos, también ser capaz de promover en los niveles local y
global -y en el entramado de matices que conviven al interior de estos dos
polos-, una conciencia crítica sobre los procesos de transformación y cambio
social que ha afectado a la humanidad.
8) Rol de los educadores en este planteamiento
teórico-epistemológico: Lo primero es que se considera que, tanto educador
y educando, se forman mutuamente. Así, Freire buscaba superar la relación
vertical de la educación tradicional, donde existe un experto que tiene el
conocimiento y que lo deposita en un otro que carece de este. En este sentido,
Paulo Freire señala que “el educador ya
no es sólo el que educa sino aquel que, en tanto educa, es educado a través del
diálogo con el educando, quien, al ser educado también educa. Así, ambos se
transforman en sujetos del proceso en que crecen juntos y en el cual los
"argumentos de la autoridad" ya no rigen" (Vachetta,
Rodríguez y García, 2002,5). Lo anterior
no implica que el educador abandonase su responsabilidad ética, en tanto
poseedor de conocimientos sólidos y de estrategias pedagógicas necesarias para
desarrollar, responsablemente, su tarea socioeducativa como tal. El educador
debe ser capaz de integrar la cultura de los educandos en el proceso educativo,
de tal forma de valorarla, fortalecerla, integrarla y articularla con las
transformaciones de los escenarios educativos. ¿Cómo incorporar las nuevas
tecnologías?, ¿La interculturalidad? son, entre otras, preguntas que se debe
responder para orientar, en forma adecuada, los procesos de formación de las
nuevas generaciones.
Entre otras, las funciones el educador son ayudar
a problematizar, cuestionar y reflexionar “a, y” con los estudiantes para que,
en conjunto, puedan producir un nuevo conocimiento. Este proceso necesariamente
deberá producirse a partir de la dialogicidad que plantea Freire, la cual “como fenómeno humano, se nos revela la
palabra: de la cual podemos decir que es el diálogo mismo”. (Freire, 2005,
105). Freire estima que la palabra es algo más para que el diálogo se produzca,
posee una doble dimensionalidad, acción y reflexión, como señala: “no hay palabra verdadera que no sea una
unión inquebrantable entre acción y reflexión y, por ende, que no sea
praxis. De ahí que decir la palabra
verdadera sea transformar el mundo” (Freire, 2005, 105). Si se sacrifica la
acción, se cae en un verbalismo y, por el contrario, si se sacrifica la palabra
se constituye sólo en acción, por lo tanto, ambas se necesitan mutuamente para
que efectivamente se produzca el diálogo orientado a una praxis transformadora.
Analizado el diálogo en esta doble
dimensión, la educación se deberá ocupar de producir espacios de dialogicidad,
orientados al cambio social. La educación pasa a constituirse en un espacio
privilegiado para el desarrollo y/o potenciación de destrezas dialogales, que
son parte constitutiva de la existencia humana.
En síntesis, esta perspectiva epistemológica
requiere de educadores flexibles, capaces de generar espacios dinámicos y
dialogantes, que se orienten hacia una praxis transformadora de la sociedad y,
en particular, a las nuevas generaciones de educandos.
9) La escuela entendida como comunidad de aprendizaje: Finalmente,
desde esta perspectiva teórica, la escuela se dinamiza si abandona su postura
tradicional burocrática y, por el contrario, acoge la idea de que es una
comunidad de aprendizaje, donde interactúan educadores y educandos de una
manera horizontal, basada en la autoridad y el respeto y no en el
autoritarismo. Lo anterior implica una revolución cultural profunda de la
educación escolar. En este sentido, los espacios de educación no formal están
más permeable a la incorporación de este tipo de relaciones educativas, ya que
en el caso de varios países de América Latina y, en particular en Chile, la
educación popular ha formado parte de las prácticas educativas desde la década
de los 60-70, existiendo una vasta experiencia que bien puede ser transferida a
la educación formal.
A modo de síntesis, podemos señalar que los
planteamientos epistemológicos impulsados por Paulo Freire tienen hoy más que
nunca alta vigencia, sobre todo ante la necesidad de que las personas tomen
conciencia de la situación en la que están viviendo: una escuela y una sociedad
afectadas por problemas ambientales, de género, raza, discriminación, pobreza,
exclusión, desigualdad de acceso a la calidad de distintos servicios, incluido
el de la educación, entre otros. Para Freire, la educación es praxis, reflexión
y acción (Barbeiro, s/f, 3), es considerada por él, como la columna vertebral
de la sociedad presente y futura en cuanto estima que -sólo en alianza con una
mirada política, orientada a la liberación de las personas- puede la educación producir
los cambios sociales necesarios para construir un mundo más humano.
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(Compilador). Documento de Estudio. Universidad Academia Humanismo Cristiano.
Santiago – Chile.
Sobre todo, la incidencia del cambio
tecnológico, el cual se relaciona, fundamentalmente con la tecnología de la
información, la que ha incidido con fuerza en el sistema económico,
revolucionándolo sobre todo en los aspectos de ocupación de mano de obra. Giddens
señala que, por ejemplo, el 40 % de la fuerza laboral de la generación anterior
trabajaba en el área manufacturera, en cambio actualmente, sólo se ocupa un 15
% en este sector. A su vez, Ramonet agrega que hace 20 años, el 95 % era
economía real y el 5 % financiera, sin embargo, en la actualidad, estos datos son
proporcionalmente inversos. Esto explica que la clase trabajadora se está
reduciendo cada vez más, tendencia que continuará en distintas direcciones. “Del 100 % de la economía sólo el 5 % de
ella crea empleos y crea bienes, lo demás es pura especulación económica. Eso es exactamente la globalización”,
para Ramonet (Ramonet; 2005:3). Este esta situación ha contribuido a agudizar
un conjunto de problemas sociales como son el aumento de la pobreza a nivel
mundial, aunque en el caso de Chile disminuyó, desde la década de los 90 a la
fecha, cerca de un 50%. Actualmente, según cifras oficiales, la pobreza es de
un 18,6%. (Castells, 2005).
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Biográfica. en Acción Educativa Revista Electrónica del Centro de Investigaciones Servicios
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